La publicación de Partículas
en expansión (Santiago: Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2014),
antología de José Kozer (La Habana, 1940), en ocasión del Premio Iberoamericano
de Poesía Pablo Neruda 2013, resulta una buena noticia especialmente en un país
como Chile, obseso con su propia brutalidad eficiente. Este rasgo omnipresente
en nuestra historia se traduce literariamente en la obcecación sobre cierta
virtud -aparentemente ética- de la escritura directa, ojalá puramente
conversacional y lo más bárbara posible, en el sentido de la anulación violenta
de aquello que esté más allá de sus fronteras estilísticas. Mucho más
democrática se muestra la escritura vericuetera de Kozer, y especialmente
leída en esta muy buena selección de Arturo Fontaine: en esta poética compleja
e inspiradamente pasmada, no pueden sino compartir espacio la apelación directa
y la reflexión personal junto con una labor tanto de superficie como de
entraña en el lenguaje mismo. Kozer muestra como pocos algo que constituye
una de las necesidades más urgentes en nuestro entorno literario chileno: cómo
hacer que la poesía se pregunte por el lugar de la existencia humana en el
mundo -de alguna forma, la pregunta primera y última- a través de una
labor dolorosa que puede dejarla sin sentido, suelo ni techumbre, y no cabe
confundir este esfuerzo con una ornamentación de superficie. En este sentido
particular, no cabría la adscripción facilista de Kozer a un neobarroco, sin
señalar tanto los alcances de este carácter literario -muchas veces
tomado sólo como gesto de moda y/o adecuación a ciertas “cadenas de producción”
cultural para ciertos mercados académicos- como lo complejo y original de la
escritura de Kozer, que sabe desafiar con éxito clasificaciones cada vez más
puramente funcionales y externas a la poética misma.
Eso sí, dada la complejidad y la
relativa novedad para el gran público a la que podría aspirar una
edición como ésta (de distribución gratuita), habría hecho falta encarar de
otra forma la presentación de la obra. Si bien Fontaine realiza una buena
selección, y tanto el prólogo como las 50 Partículas que presenta
demuestran un conocimiento acabado de la obra de Kozer, se debería haber
considerado un afán más didáctico y menos caprichoso en esta zona del texto.
Asimismo, no hubiese sobrado en un texto de estas características al menos un
ensayo de profundidad de un estudioso chileno sobre la poética kozeriana, que
pudiese complementar más fríamente la íntima reflexión De dónde son los
poemas y haber puesto en relación a Kozer con el contexto poético
latinoamericano actual.
Por último, cabe celebrar
especialmente el carácter gratuito del libro, que debería permitir, a través de
una distribución que –espero- sea efectiva, que poéticas como ésta puedan ser
conocidas y ojalá estudiadas en instancias educativas regulares -incluso del
ciclo básico. Si bien para que no sólo Kozer, sino que la poesía contemporánea
latinoamericana y mundial pueda romper la muralla falaz que la encierra en la
lectura especializada, haría falta un esfuerzo -que no se hace- por parte de
todos los estamentos del proceso educativo (y soy consciente de que estoy
hablando utopías); iniciativas como ésta llegan a hacer pensar en que gestos de
real voluntad por parte de la alta institucionalidad cultural nacional pueden
hacer el camino más llevadero para estos sueños –sueños que ya muchos creemos necesarios.
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