viernes, diciembre 08, 2006

SALÓN DE BAILE

En torno a la más bella de la ciudad,
el mundo entero oscurece: la brumosa
figura de los danzantes se precipita
como un abismo que a sí mismo
se encuentra, hediendo a humo y al
sudor y la pena infinita de los condenados.
Mas el anguloso dibujo de su rostro
no reconoce el extravío mecánico
del tiempo, los sólidos seres en su rueda
final. Este salón de baile sería igual
a sí mismo –todos los días, todas
las horas, la tediosa bailanta se repite:
mas hoy otra es la noche que lo cubre.
La noche que no es. Cumple esta sombra
su destino final sin obedecer el debido
paso: verse ciega y precipitada hacia su propia
negrura. Sólo ella, hermosa, es la Noche
-la que se incendia, permanece y es-; ella,
el Día que no sabe de horas. El tiempo
no responde al idioma de sus labios finos,
los ojos fascinados. Ahora, esta mañana,
le he pedido al mundo la embriaguez
del exceso: su concreto afán de plásticos
y losa. Y sobrio y sin reposo me ha obligado
a tenerla delante. Aparecerse así, claro,
es un daño. Un golpe de trueno. Y a mí mismo
me cargo en las espaldas -así ni siquiera
se puede dormir, ni siquiera la banalidad
del deber o la estúpida alegría de los danzantes,
ni siquiera, ni siquiera la letra, dibujito
deforme.

jueves, noviembre 30, 2006

POR MI POESÍA BÁRBARA


Usted sale a la calle y con qué se encuentra?

a) la gente culta: conservadores y recreadores de toda la maravilla de la cultura occidental. Los alemanes, claro, y los ingleses, por cierto, y la bella cultura clásica –como clásica, no en su bella y ligera fluidez mediterránea.
b) las jaurías juveniles: al carajo con todo y nada detrás de ellos. Toda una generación de genios creada y criada por funcionarios y editores ansiosos de novedad –siempre ha sido muy vistoso eso, no?
c) los performancistas y similares: es evidente que la poesía como tal debe ser sobrepasada. Quédese uno con la vieja disciplina, que ellos saben mejor que uno pa’ qué lado sopla el viento.
d) los compañeros en la lucha: exigiendo el compromiso porque es el deber!

Increíble pero cierto, todos están en la verdad –esa chica díscola que en los últimos 40 años se acuesta con todos. ¿Le van a pedir a usted que elija? Y bien:

yo no elijo. Venga Heidegger, venga Guillén, venga la lúcida deconstrucción de los jóvenes salvajes de Santiago, venga la total erosión de la palabra por la luz o la pura vocalidad. Pero sin elegir: yo me quedo con mi barbarie. Gene Vincent, Yardbirds, Celentano, Leo Dan, Charly, denme horas y horas de música de la que se toca en las radios. Usted cree que la cultura occidental y cristiana todavía vive? Supone que los sueños de Voltaire, Rousseau y todos esos hermosos viejos cascarrabias sirven de algo en esta época final? Cree aún en el ensueño de Recabarren o Mayakovski, dos brillantes suicidas que suponían que el ser humano servía para algo? Me da un carajo, señores.

Toda esa colección se ha hecho una gran biblioteca. Mohosa, sucia. Se acabó todo esto, ya no da para más. Así que déjenme –a mí- con mi barbarie. Por lo menos intento que la pasen bien –créanme que es mi preocupación inicial. Hay gente a contrata que hace cosas para su particular gusto, y usted puede pagar por ello. Déle, maestro.

La poesía debería hacerse hermana de la canción de radio, usando y abusando de toda la vieja biblioteca y usando y abusando de las nuevas genialidades y salvajismos de esta época final. No hay tiempo para exquisiteces. Déjenme aullar con Gene Vincent. Mire no más a Lennon gritando rabia, al Presidente Chávez revelando el disfraz de la Gran Política, a los muchachos hiphoperos cada vez más lúcidos, más biensonantes. Por supuesto, todo eso es poco serio. Y qué va.

A mí me encuentran en el bar de siempre. Vivo de los negocios que invento y hago en ese bar: es un lugar notable, ahora hay un cubano tocando jazz en trompeta y es como estar en el cielo –la cerveza acá sabe a sangre de Dios. Hago mi pega, y pienso así antes de otra cosa: después empiezo a pensar en América Libre, la Dama Poesía, la Vanguardia, y todas esas otras cosas que amo porque están en mí. La gente que vive en oficinas no me entiende, y la gente que se desvive por vivir en oficinas tampoco. Menos el burgués, ese experimento que la humanidad hizo durante 700 años y que salió mal, y ojalá se acabe alguna vez. Me imagino que hay otra gente que sí me entenderá.
Si no, para que pondría poesía en mi blog?

miércoles, noviembre 22, 2006

BALADA DE LA APUESTA

Para S.

Parece simple empuñar la mano
y dejar las fichas en esta diabólica
mesa reglada: el croupier es un borracho
que sería mendigo sin esta ocupación
de estafa y juegos de mano evidentes
para el ojo bien entrenado. ¿Entrenaste
bien el ojo los doce años obligados y esos
cuantos más que hacen falta para ser
gente de provecho? Así que ves en qué
consiste este mercado de la usurpación:
ni la peor fiesta tropical dominguera
resistiría este tipo de escenas. Las tres patas
de la mesa del mercado del mundo cojean
y son de madera terciada. Todo se ha degradado
tanto, tanto, que obligados ponemos las fichas
en este gesto que parece tan simple. Pero hay
una diferencia. De vez en cuando tenemos que hacer
este truco, ocupamos con el cuerpo en pleno,
de un solo salto, la casilla, y la mesa
tambalea, las patas y la cubierta se despedazan
y dispersan, el resto de parroquianos miran,
aterrados. Y el borracho huye, pues reconoce
a un conocedor. El mundo es así de frágil:
un frágil cualquiera como nosotros, torpes,
lo hace caer; y siempre, siempre así, se gana
la apuesta, enteros para otro turno de baccarat,
otra noche larga en el casino, sonrientes,
vivo el color de la tez, victoriosos.

jueves, noviembre 16, 2006

DISQUISICIÓN SOCIOECONÓMICA

A Jaime Luis Huenún

Y eso que dicen que las empresas
no tienen alma, que los Estados
son peso muerto. Todo aquello que nos
oprime tiene un alma, es cuerpo
lo que no usan. Se despliegan aéreas y
bursátiles, las corporaciones, las lecheras,
las forestales, sin ocupar, cual hadas negras,
el espacio extendido: el problema, por supuesto,
es otro. El caso es que nosotros ocupamos
espacio. Estorbamos mañosamente
con este cuerpo torpe y esta ropa
de segunda mano a la libre concurrencia
del capital, al tránsito del mundo.
Ni siquiera un perro en la cancha de fútbol
sería más intempestivo. Usted y su gente,
yo y los míos, todos hacemos bulto, y la poesía,
¡ay la poesía!, también ocupa un lugar
en la persistente vibración del aire.
Así, si tenemos problemas, no es
nuestra culpa. Tampoco de las liberadas
y espléndidas fuerzas productivas.
La responsabilidad habrá que dársela
al gesto primario e insolente del coito
que nos trajo a estas tres dimensiones del mundo.
Ésa es la negación de toda alma: puro
cuerpo, el más rojo abuso del espacio. Así
que la piedra en la mano, la patada
-quizá rifles y barricadas cuando las cosas
se pongan bravas- deben ser gestos gratuitos
y bellos. No hay razón para la protesta; tan sólo
exigir el contrato de arriendo por este metro
de oxígeno, y no tener ni la más mínima,
ni la sombra de la intención de pagar.
Esas hadas negras son objetos sutiles.
Qué van ellas a saber de dinero.

martes, noviembre 14, 2006

LOS CASTIGADOS

Era la vieja sala de clases, ¿no? O parecía. Lo único era que desde la ventana, la distancia se hacía extrañamente larga, infinita se diría –y eso tan sólo para que ese tipo alto que yo no conocía mirara hacia allá incesantemente. Dando vueltas la cabeza, podías ver a los otros dos. M., sin siquiera disimular los casi espasmódicos tragos que arrancaba de la petaca de ron barato, y Ch., con los ojos fijos hacia el pupitre, sombrío y silencioso.

Claro, ¿qué hago yo aquí? Aunque el tipo en la ventana no era de mis conocidos –una cifra incógnita, claro-, podía sacar algún tipo de ecuación explicativa. M. y Ch. eran dos amigos de infancia que habían tenido en común una relación de amor, o algo así, con C., y he aquí que llega ella, como si no quisiera darme el gusto de resolver ecuaciones. Haría cualquier cosa porque dejaras de beber, le dijo a M. mas no volver contigo; y a Ch., hay otras, hay un mundo; esto no es nada, un sueño. Al tipo en la ventana: Soy un ave libre. A mí, nada: ni siquiera me miró. Salió por la puerta estragada del tercer piso del colegio, con el gesto de quien no va a volver nunca.

Como el silencio era aterrador, intenté yo un breve discurso: ya se acercaba el crepúsculo y habría sido bueno salir a caminar o festejar algo al azar. No lo saben, amigos, ni usted, pero antes de que ustedes fijaran en ella la vista, yo ya estaba en sus redes. Creo que ya me estoy liberando, pero no ha sido fácil. 18 años de los 32 que tengo..., y ahí me percato que el idioma que hablo es inentendible. Hace frío, digo, y recién ahí es de nuevo castellano. M. engancha con el comentario de manera dudosamente coherente y con el deslumbre delirante del amor: Sí, mira. Es un ángel que quiere huir hacia el sol, apuntando a una polilla que quiere traspasar el sucio vidrio. Claro, le respondo yo, es mi ángel de la guarda, y me puse a reír tan, tan fuerte que los otros en la sala me miraban espantados y yo estuve a punto de despertar.

No recuerdo bien lo que siguió. Sólo que hacía más frío, y de esa pieza no se podía salir.

lunes, noviembre 13, 2006

LA VIDA POÉTICA

A Leonel Lienlaf

¿No ve, hermano, que la vida
poética es alcanzable para los mortales?
¿Y ese sur de la noche violenta aún,
aún en este puerto kilómetros
al norte, la sangre calentando? Los carabineros,
claro, son los mismos -nunca han dejado
de serlo-; y esta escena de comisaría
-las esposas, el encierro, las botas-
no ha variado. Treinta años, cien
años, ayer, también llenaban papelitos
con sentencias y frases tribunicias.
La diferencia es que esto es francamente
cómico: ya no queman las casas, ya
no escupen el vientre que a uno
le parió, ya no usan máquinas
eléctricas. Claro, estos tiempos
son enteramente repetición, pero fíjese
en esta decadencia; usted con sed
de whisky, y el teniente con el zapato suyo
marcado en el honorable mentón.
Olvidemos la tragedia de ayer, por este
rato. Es la vida poética. Todo juega
a repetirse, pero ahora da a lo más
para hacer chistes, pensar en la noche
violenta del sur, hacer poemas
de circunstancia, reposar en el rol que nos toca
en esta opereta final, y ocuparse en la mañana
de otros asuntos. Nos libre este sur de la sangre
de tomar las cosas en serio. Alcemos
los vasos.

miércoles, noviembre 08, 2006

VÍSPERA

Al Presidente Chávez

¿A quién no le gusta disfrazarse
para las fiestas, hacer chistes a la hora
de las copas? Aunque parezca
mentira, alguien hay que no. Él mira
desde su blanco castillo en la víspera
del Año Nuevo, se estremece, de una hora a la otra
va a salir con ceño airado diciendo
que necesita dormir, cuando todos sabemos
que no descansa. Ay ese orden y paz
de las patrias, en que encorbatados
los dignatarios hacen la mañana: ¿no se escuchan
en voz baja sus voces haciendo chistes
de borrachos, no se ve acaso
la distancia abierta, cada día más grande,
entre la ropa y la piel? Mírelos, Hugo,
cómo desean desnudarse y olvidar
que las cosas deben funcionar, olvidar
la bandera, el imperativo categórico, a Dios
y los dioses. Y dicen que usted hace chistes,
que su país es un carnaval, que todo es mentira,
que nada es amor, que al mundo nada
le importa. Ensordezca, ponga la música, arme
la fiesta, don Hugo, yo tengo un par de botellas. Déme
usted una bella esperanza, de largas
piernas y buen matiz de piel.

lunes, noviembre 06, 2006

CASI UN HOMENAJE

He vuelto a ver a la mujer más bella
de la ciudad. Hacía tanto, tanto tiempo
que se me calmó el alma, y ahora
esta quietud no me deja tranquilo. Ah
el fulgor, que tan sólo yo he visto, y
que el resto de almas simples de ese bar
de segunda ni siquiera sospecha; bajo
esa ropa vulgar, ese rostro cansado; repentino,
esplendente, este fulgor. Y bien, ¿qué hacer
sobre esto? Las apuestas no corresponden
a esta categoría de luz hiriente. Puede
que sea un monstruo de egoísmo, o que
su frialdad pueda matar dolorosamente,
mas no eliges esta fisura en la pupila: esa
herida te elige a ti, y no hay libro de reclamos
para esta violencia. Ni siquiera
hacerle poemas a la más bella de la ciudad:
su mano barrería con todas los versos
de una sola pincelada. El deslizarse de sus dedos,
su rostro nítido, más más acá de toda
palabra. Quizá, y sólo quizá, dejarle
este papel pauteado como quien espera
el juicio seco y artístico de una colega. Porque
es así el oficio: siempre la poesía es la envidia
al destructivo y fugaz rayo de las
tormentas. ¡Ay, este relámpago!
¡En el iris, en el seso, en la carne, este
relámpago!

sábado, octubre 28, 2006

BALADA DEL ENFERMO

In memoriam Gonzalo Millán
y Antonio Avaria


n’était-il pas poète...
Immortel comme un autre?...

Corbière

No sale bien la voz en estos
días. Menos se puede cantar
-se hace el ridículo, el aire
no puede alcanzar ni el más modesto
registro de tango; a lo más el
ayayay. ¿Se podrá hacer poemas?
La enfermedad –sea el nombre que tenga-
es un tema magnífico, pero cuesta
concentrarse bien. Todo el dolor,
la impaciencia, el tedio del mundo
recorre el cuerpo debilitado como si
una onda eléctrica: se puede hasta llorar
con un viejo bossa de Nico Fidenco, o
saltar de alegría con la ligera torpeza
de Dean Martín. ¿Cómo, entonces, escribir
lo que se llama un poema, trascendente,
el pleno despliegue de procedimientos
retóricos, los versos depurados y medidos,
cuando el mundo no deja en paz a nadie?
Militares, gripe, SIDA, y aquélla,
la impronunciable, todo se sube al tren
para que la mano tiemble, la gente
caiga dormida de pie como caballos, y de cada
tres versos uno quede en el limbo
del Leteo. La obra final es un registro inútil
e incompleto. Di, repite conmigo: eso no es
lo que yo quería decir
. El más grande
de los críticos, imperturbable y negro
termina con la trampa de la literatura:
tinta china volcada sobre el papel
más frágil de todos. Para el enfermo
lo que el enfermo se merece: la muda
reseña de piedra, la indestructible
metaliteratura del día después.

jueves, octubre 26, 2006

Henrickson en Catalán!




Santiago, 1974. Poeta i crític literari. Ha publicat: Ardiendo (poemes), Y si vieras la mañana (contes i poemes), Aviso desde Lota (poemes) i En tiempos como estos (contes). Manté inèdits els poemaris Teologia sorda i Imagen de los lugares vacíos. Està a punt d’editar Breve antologia de la poesía contemporánea en Valparaíso (número especial de la revista Encuentro, Estocolm, Suècia), la qual compila i selecciona. El seus treballs, que inclouen narrativa, poesia i cròniques, han aparegut en diverses publicacions d’abast nacional i internacional.


apostasia 1

Et salve el món del fàstic de la vesprada,
del temps brut de l’estiu, dels murs, et salve
el món, de la música buida
de la història, el món
et salve a temps.

Les ciutats seguiran dormint al
teu cap, demiürg obsolet, ¿et recordes
del compte sense pagar, del coll bru
d’àngel de la xica que se’n va anar a ballar
a una altra part? Les ciutats seguiran,
quietes, com lliurant-se a la tinta dels arquitectes,
com les naturaleses barates
de província, quietes i absurdes, que venen
en el Passeig dels Peatons.

Et salve el món d’eixa calma de ressaca,
d’eixe planeta destrossat sota
el llit i eixos éssers petits que no deixen
dormir en tota la nit, que sols
els especialistes en malalties de l’ànima poden
entendre, el seu llenguatge un llenguatge de vocals i
asfíxies.

Et salve el món del silenci de l’estiu,
de quedar-te dormit perquè anit
vas beure més del que devies, de llegir Baudelaire i sentir-te
un flâneur i estar feliç per això:

i escolta que et criden, escolta
a l’ordre la cridada: salve’t el món amb la seua veu
electrònica de despertador
plàstic;

i els ulls oberts al bell món buit.

Ja que cal sembrar la mort aquest matí,
desplegar sense temor eixe doldre’t de les vergonyes
davant de ficticis ulls de jovenetes cegues
i fictícies;

ànim, que poc
falta: anima’t
ja
a
crear un món
per a fer-lo miques.


el món a l'aguait

Malgrat la fama mentidera,
el frare pateix: pren massa café al dia

i la seua conducta de nit no és d’aquelles que la seua església
aprovaria: a més és un ésser de poc interés. Si alguna
vegada cal defensar amb guerra els béns de la pau,

no el cridarà ningú, tampoc ara
el crida ningú, fa dies

que no el crida ningú.

Malgrat la fama mentidera, el frare
és dèbil i dubta fins i tot
de la seua ombra. Els seus cultes foscos

es presten a confusió pel seu desordre, són presos
a broma com inútils
en aquesta edat mecànica.

Passeja els diumenges,
i ningú sembla conéixer-lo: com si sols

existís en determinats moments de foscor
i males companyies; així que,

treu una corbata vella, vestits de cavaller, dóna
lents i ponderats
passos pel centre; crida una amiga
que té un fill petit i va amb ells
a la plaça,

per a què la gent veja en ell una màscara com
la de tots,
i no eixos trets incomprensibles
de la ritualitat.

El frare és un bon home, pensa
el frare, i no pot dormir,
i no aconsegueix
dormir.


Traducció de Conxa Montesinos

jueves, octubre 19, 2006

CONCEPCIÓN

Imagínate huir. Imagina encendidos
los seres, sin secar las máscaras
de lodo sobre el rostro. Y todo aquello nuevo:
la soberbia insolente de una ciudad nueva, cual
reconstruida. ¿Adónde el baile, adónde
las fértiles ceremonias? En ninguna parte; busca,
nada. Un regimiento: he ahí el bautismo,
y los sargentos aún sobre ese gris. ¿Gris
de cemento? Más bien otra máscara, ya que
estuve años de años como un alucinado, viendo
lodo si secar ante los ojos, y al temblar era el agua,
el agua negra de la melancolía la que
bailaba. Se pasaba bien en esa melancolía
negra: entraba a la digestión y daban ganas
de quedarse sentado, quieto, por siempre. Pero
los sargentos y sus oscuros rituales no eran
lo que correspondía para un nacido
de la más feroz de las gatas, el bello
laberinto de avenidas que todo el resto del mundo
odia, desde el alma. ¿Qué puede hacer
la exaltada y heroica belleza del aurinegro,
las viejas memorias, la cultura, cuando
todo el lugar se llena de sargentos, respirando
en tu cuello, repitiéndote una y otra vez
que hagas la rutina: que seas digno
del patrio lar. Nada. Escuché:
salta-salta-salta, raspa
de aquí, extranjero. E imagínate huir. Hasta
la patria final, o bien hasta la patria
natal, o bien hasta la más bella
de las patrias, el mar un escenario triste y encendido.
Difícil saber esto: me esperaban en casa. Fue
un desliz miserable criarme en esa gris, húmeda
extranjería.

(Inédito, del libro Jaunesse)


ALUCINACIÓN DE LA MERCANCÍA (fragmento)


El espíritu de la muchedumbre corrompida dijo a los objetos:
¡soy vuestro, tomadme! Se lanzó a la corriente de los objetos,
se dejó arrastrar por ellos y sucumbió en sus cambios.
Hegel


XXV

Volviendo la esquina, ya se sabe, el baile
duró la noche entera. Confusas, como siempre,
las voces: nadie supo nunca qué decían. ¿El comercio de los cuerpos,
la apropiación de lo ajeno, el inocente
barullo de los ebrios? Suponiendo
que el sueño ha terminado, la existencia
libre de los despiertos estremece. Fantasmas, se diría: los muertos,
los vivos. Y la espectral carne como peste, reproducida en los
que duermen, en lo cóncavo del párpado, la inquietud
incesante en los minutos, habitando. Porque al fin termina todo
–bello hermano el tiempo de la muerte acechante–, todo termina:
la semana, la noche. El sol
quiebra mundos enteros con su feroz discurso, palabras
sin nada detrás del dibujo
del trazo de
las letras: aire
contra aire tenue,
la mañana.


XXVI

Invadidos del sueño de los profetas, los leales
soldados del mundo salen, ciegos y
sordos, a la luz: es día
de feria. Una quietud de nubes que preside,
insectos que infestan la avenida peatonal como escenario
de tragedias; y los seres, cumpliendo
su llamada encendida, al frente mirando como
si a sí. Acá no hay siquiera esperanza: todo, todo
lo ha matado, miserable y retórica,
la pequeña fe de estos años, más pronunciable
virtud. El hambre y la sed, renovadas
a cada hora, envueltos los encuentra,
plenos y ahogados en los restos de ayer y antes de ayer,
las antigüedades
inefables: la verdura y la fruta de los puestos al sur, son
ilusión del día, que arrastra su fatamorgana.
Lo insaciable de esta hora,
este minuto: la bendición fatal
que se merecen.


XXVII

La felicidad como hocico de perro guardián,
la sombra de este día ciego de tanta luz;
la felicidad: el sueño febril
de la ciudad de domingo inquieto. Anhelantes,
todos desean
la mordida fatal del animal mentiroso y
retozón, la parda felicidad. Y tras este velo
de paseo calmo, de luz postiza, otra
es la imagen del día de feria: la tiniebla
del fin, en silencio, bella y oculta como niña
de cuentos infantiles; fugaz fantasma su perfil, su piel de
aroma súbito. Y quién,
quién podría otra cosa ver,
sino esta suave alegoría, cubriendo su belleza tan sólo con el
aire estremecido, las máquinas obsoletas,
verduras mortecinas, música que ya nadie
escucha, gente que pasa,
nubes.


XXVIII

Es la hora de las grandes voces: se estremece la plaza extendida
en la avenida seca. Cualquier dolor o molestia nada es: tan sólo
la arena que se cuela en los ojos, el aguijón de los productos
que se miran, inquietos. Y claro, el viento.
Hechos de tierra el hombre y su palabra, el soplo
de esta tarde es de los que llamaban el soplo
de Dios. Hoy es otro tiempo. Sabemos
que el viento es viento. Que, nada, nada con más
poder.


(De An Old Blues Songbook)


CARLOS HENRICKSON (Santiago, 1974): Escritor, poeta y traductor. Ha publicado: Ardiendo (poemas, 1991), Y si vieras la mañana (cuentos y poemas, 1998), Aviso desde Lota (poemas, 1998) y En tiempos como éstos (cuentos, 2002). Mantiene inéditos los poemarios Teología sorda y El desconcierto; y en imprenta An Old Blues Songbook (por Ediciones del Temple). Ha publicado, en calidad de seleccionador y reseñista, una Breve antología de la poesía contemporánea en Valparaíso, en la Revista Encuentro de Estocolmo, Suecia, y una versión posterior puesta al día en Revista AEREA, de RIL Editores. Sus trabajos, que incluyen narrativa, poesía y crónicas, han aparecido en diversas publicaciones de alcance nacional e internacional. Prepara la traducción de Los Amores Amarillos, del poeta francés Tristán Corbiére.