jueves, noviembre 27, 2008

Lectura en casa museo de Isla Negra, este sábado 29

El 29 de noviembre a las 19 horas, en la casa Museo de Isla Negra se realizará una lectura de tres destacados poetas Guillermo Riedemann, Carlos Henrickson y Roberto Contreras, una performance alusiva a Estravagario dirigida por Hernán Castellano Girón y la presentación del conjunto de jazz de la cantante Camila Meza.

Además, estará en exhibición durante todo el mes de noviembre la exposición sobre Estravagario.

lunes, noviembre 24, 2008

Lánguida la Enana


A F.



Amor mío, se ríen de un extremo
al otro del festejo por el maloliente tinte
que en la cara me has
dejado; no entenderán jamás la pureza

del sacrificio cuando en cada una
de las vértebras el amor hace hiato,
e imposible me erijo buscando de nuevo la caricia
que quema. Pero ya no, ahora

sólo vas a salones oscuros de nobles
pervertidos, en que tus sueños de matar
y morir se cumplen con espanto y risotadas,
risotadas y de nuevo espanto. Te cansó

el hambre cotidiana, el buscarnos mutua-
mente entre la pila de huesudos
enanos, ese sexo de muchos que era al fin
nuestro amor, esa baja

traición a nosotros mismos y al mentiroso
mundo. Me has dejado soñando
con animales rojos noches
enteras, en una densa, acuosa química yo,

hundida y acabada. Ésta será la última vez
que te recuerde. Al morir, seré
tu muerte, y aún el tinte hediondo, barato
de la pintura payasesca bendecirá mis restos

frente a la noche inútil.

lunes, noviembre 17, 2008

RECITAL DE POESÍA: TALLERISTAS DE LA FUNDACIÓN NERUDA EN LA CHASCONA


martes 18 de noviembre a las 19.00 hrs
Fdo. Márquez de la Plata 0192, Barrio Bellavista. Metro Baquedano. 
 
RODRIGO MORALES
RODRIGO ARROYO
GUIDO ARROYO
SEBASTIÁN HERRERA
RICARDO ESPINAZA
JULIETA MARCHANT
GABRIEL ZANETTI
MARÍA PAZ VALDEBENITO
SIMÓN VILLALOBOS
DAVID VILLAGRÁN

PUBLICACIÓN DE ANTOLOGÍA LA SIEGA

Una amplísima selección de poesía chilena, en revista electrónica La Siega, de España, en su número 15. 

Con unos textillos míos.

sábado, noviembre 15, 2008

MEDALLITO CLOWN


Vaya un texto de homenaje a los oficios en decadencia, centrado en la dura realidad del oficio circense. Este arte, una de las sobrevivencias más potentes de un arcaico hacer histriónico, representa como ninguna otra, la conciencia de una edad que se acaba, la del privilegio del gesto, de la máscara: la soberbia ilusión del maquillaje. En estos días, se prefiere la superficie fría de la pantalla a la vieja práctica del absurdo enmascaramiento, visto de frente.


A estas alturas los circos son un verdadero
cementerio, piensa melan-
cólico Medallito Clown. Hace años ya
que su vida es un desierto. Hasta su carpa
no se sostiene durante toda una función,
los enanos apenas pueden apuntalar
los baluartes, dando un patetismo
que no estaba pensado para el show. Lo dejaría todo
Medallito Clown, todo atrás, pero sólo de esto
sabe; atrofiadas sus manos y los lomos
en pos de más y más fuerza de los músculos
faciales, más patéticas muecas –le resta el don
eximio del maquillaje y el sobrevestir:
he ahí su vida.

Pastillas, pastillas para aguantar las rendijas del traje desteñido, pastillas para el hedor de humedad de la peluca vieja, pastillas para confiar en que alguien se reirá con su vieja rutina de la vuelta de carnero, después de la cual viene otra vuelta de carnero, y otra, y una más.

Es mal tiempo para el circo: ya no se puede
tener fieras, a olvidarse de los amistosos
y sonrientes monos; los malabaristas
están sindicalizados y su capacidad
de negociación colectiva es sórdida-
mente perfecta: sólo cuenta Medallito
Clown con esta bulliciosa y desaseada
troupe de enanos. Ensayan todo el día
las viejas rutinas que nunca salen
como deben: el sketch del hidalgo y el
león, el desdentado que canta las coplas
de Manrique con el culo al aire, el obeso engullendo
desechos con la cabeza hundida en los platos
de cartón, aquél –el más pequeñito- con su trompeta
tronante; los demás, fingiéndose
ciegos por la ciudad a la limosna; todo
saliendo cada vez peor, haciéndose todos viejos, des-
gastados.

Pastillas, pastillas porque todo en el circo se gasta y pudre día a día, porque la vida es una apuesta que ve perdida e imposible, porque ya sólo vagabundos llenan la galería sin pagar, y una turba de neonazis echa cada noche botellas a la pista, y los trabajadores de las villas desprecian a los circenses, y las gentes de calidad ya ni siquiera se interesan, y su enana amada ha quedado tendida con el cuello roto, ante la imposible caricia - la imposible altura de su ingle. Pastillas para que algún día todo esto se acabe de una vez.

Paga mal ser payaso en estos días.
Los enanos bucean en las cloacas
para buscar animales muertos, y deben
echar bocado tras bocado de esa
podredumbre asada, este olor
a perros muertos y a plástico
quemado en el paladar. La gente
ha empezado a pedir demasiado
a Medallito Clown; y el imperio de un payaso
sólo puede ser, pobre, única
y exclusivamente, un circo.

Todo, todo tan mísero. Tan humillante.
Después de hacer el show
de vermouth, escupiendo y orinando sobre los palacios,
Medallito Clown va esta noche –obligado
por la más espantosa necesidad-, cabeza
gacha, a saciar la oscura pasión carnal
de los Príncipes, sus guardias, los cocheros,
los suches de las cocinas palaciegas.

jueves, noviembre 13, 2008

lunes, noviembre 10, 2008

Reflexiones e ideas, en torno a la reciente farsa electoral en Chile

Por: Hernán Montecinos (03.11.08)


Como se esperaba, después de las recientes elecciones municipales, nada nuevo bajo el sol. Porcentajes más, porcentajes menos, a favor o en contra de la Alianza, o la Concertación, quiere decir que seguiremos viviendo, por un buen tiempo más, bajo la égida binominal del duopolio político, Alianza- Concertación,

Al capitalizar, una vez más, estos dos conglomerados, más del 80% de las preferencias, quiere decir que no ha habido capacidad, desde la izquierda, para levantar un referente opositor verdaderamente alternativo al neoliberalismo, tal cual hoy se aplica en nuestro país. Un panorama nada alentador que hoy más se profundiza, ante la virtual deserción del Partido Comunista para encabezar un referente, sin medias tintas, auténticamente de izquierda e inequívocamente alternativo a los dos conglomerados que se presentan hoy hegemónicos.

Ahora, se avecinan las elecciones parlamentarias y presidenciales, volveremos a oír las mismas promesas que escuchamos en elecciones anteriores, aquellas que nunca han sido cumplidas y que se prometerán cumplir esta vez. El ofrecimiento de las promesas en el mercado electoral estarán, otra vez, a la orden del día, en una especie de eco sin fin que empezará a martillar nuestros oídos pronto ya, en las próximas semanas.

En un cuadro así, repetido ya tantas veces y por tantos años, no resulta extraño que del potencial de chilenos habilitados para ser ciudadanos, aproximadamente la mitad, ha decidido no participar, en las elecciones, ya sea, no inscribiéndose en los registros electorales, excusándose de votar, o votando nulo o en blanco. Un magro panorama que se profundiza de elección en elección, particularmente, por la reticencia de los jóvenes de participar en un sistema de votaciones que no les ofrece ningún atractivo. Verse obligados a votar siempre por los candidatos que vienen cocinados por las directivas de los partidos políticos, y la ausencia efectiva, desde la izquierda, de una verdadera alternativa de oposición al actual sistema imperante, auguran en Chile un sistema democrático cada vez con menor credibilidad, por lo poco representativo que resultan ser los representantes elegidos. Este fenómeno reviste tal deterioro que requiere del examen de algunas cifras para cerciorarnos de su gravedad y profundidad.

Datos oficiales indican que, el padrón electoral debiera estar potencialmente, conformado por poco más de 11.500.000 electores. Si consideramos la cifra de los votos válidamente emitidos en las recientes elecciones, tenemos 5.569.999 votos, o sea menos del 50% del potencial del padrón electoral. Hay que hacer notar, que en la elección anterior (2004), votaron 6.123.375 electores, es decir, en sólo cuatro años una merma de casi el 10% de votos menos. De seguir esta tendencia, lo que pareciera ser que así será,… ¿Qué pasará cuando del total potencial del padrón electoral sólo emitan sus preferencias el tercio, o menos? Sin duda, se presentaría un cuadro que llevaría a que los representantes elegidos quedarían deslegitimados, de facto, ante el país y el resto de la comunidad internacional.

Ahora bien, de las falencias del sistema político electoral chileno destaca, fundamentalmente, que los que resultan elegidos son poco representativos de la voluntad de los ciudadanos. Poco representativo, no sólo desde un punto de vista cuantitativo, de una magra participación, sino, fundamentalmente, por la poca o casi nula representación que obtiene el pueblo, para participar y actuar de por sí, ante las instancias políticas y públicas. Como sabemos, con el actual sistema electoral, el pueblo queda excluido de representación, en tanto se encuentra sometido a un régimen político-institucional que, por su esencia, es de naturaleza inequívocamente clasista y segregadora.

En efecto, con una entreverada y compleja red de fórmulas legales y burocráticas ha quedado protegido el modelo, consagrando la segregación de fuerzas sociales mayoritarias, impidiéndoles de participar activamente en las instancias del poder, reservando éstas sólo para la casta de una elite política burguesa. En un rápido vistazo a la composición social de nuestro parlamento, nos damos cuenta que, la inmensa mayoría pertenece, fundamentalmente, al sector de los empresarios y profesionales, más esa casta de personajes recién aparecidos, los llamados lobbistas, verdaderos buitres de la política, que se sirven de ella como trampolín para ejercer influencias y asegurar así la promoción de pingues negocios particulares, que nada tienen que ver con el interés público.

Pruebas al cántaro: ningún campesino, ningún obrero, ningún dirigente sindical, ningún miembro de las etnias originarias, se encuentran representadas en nuestro parlamento. Tampoco, las esforzadas dueñas de casa, que trabajan más que todos, los cesantes, la juventud marginada de las poblaciones, el cada vez mayor número de comerciantes informales, los jubilados, etc. Millones de chilenos que no pueden acceder a los escaños parlamentarios, lo que nos eleva al triste sitial de tener uno de los parlamentos más clasistas que existen en el mundo. Se afirma esto último, sólo mirando los ejemplos de los países vecinos, en donde están representados sus dirigentes sociales, sindicales y sus etnias en sus parlamentos. Incluso, éstos últimos, asistiendo a las sesiones vestidos con sus atuendos típicos que los identifican como tales… ¿Se imaginan en Chile a un hipotético representante mapuche asistiendo a las sesiones del parlamento con su atuendo típico, palín y trutruca incluidos?. Creo no equivocarme al decir que, de producirse tal hecho, los guardias de seguridad del edificio acudirían, de inmediato, para expulsarlo de la sala de sesiones. Esa es la gran metáfora de Chile, una imagen de un parlamento no sólo poco representativo y clasista, sino segregador y racista también.

Sin duda, nos encontramos entrampados en un corsé institucional, difícil de romper, a lo menos, en tanto siga subsistiendo la tiranía política hegemónica, impuesta a través del binominalismo electoral, del cual usufructúan, al parecer, muy a su placer, tanto la Alianza como la Concertación.

Como bien lo señala en un lúcido ensayo Enrique Astorga Lira (“La democracia agoniza voto a voto”) … “La democracia que tiene el país y hacia donde caminan los países de América Latina, persigue evitar las sorpresas respecto de la continuidad del modelo empresarial impuesto por las hegemonías mundiales. Las modernas ideas empresariales sobre la política se orientan a que no puede ir por un lado la democracia y por otro, los negocios. Para que no quepa la posibilidad de resultados electorales sorpresivos que pudieran cambiar los fórceps impuestos en la Constitución y el sistema electoral, se diseñaron las restricciones a la democracia. Las restricciones no son otra cosa que una trampa al voto. Periódicamente el pueblo chileno se enfrenta a elecciones donde su opinión poco vale, mejor aún, donde su opinión no decide, sólo escoge y crucifica su voluntad a favor de un candidato que viene previamente formado en torno a la inmovilidad del modelo”.

De este cuadro, la Alianza y la Concertación se encuentran muy conscientes. Tienen claro todo el trasfondo ideológico que hay tras la trampa electoral, del sistema binominal que nos rige. El sistema electoral, y su engendro, el sistema binominal, son el paraguas bajo el cual se refugian para hacerse parte del botín que el sistema les ofrece. Saben, perfectamente, que sin este tipo de sistema electoral, segregador y excluyente, difícilmente podrían estar gozando de los beneficios políticos hegemónicos del que usufructúan, sin que se les oponga ningún real contrapeso. Se trata, sin duda, del aprovechamiento de un corsé político institucional científicamente planificado, en el que se tiene presupuestado que los resultados electorales no alterarán para nada los objetivos de dominación del sistema neoliberal previamente diseñado.

En efecto, la ciencia social, principalmente, la psicología social, hace accionar, cual perfecto reloj, todos sus mecanismos científicos para inducir y manipular las conciencias de los ciudadanos, mediante engañifas y ofrecimientos populistas. Se forma así una enmarañada red de clientelismo político que, junto a un incesante e indiscriminado bombardeo publicitario, actúan sobre los subconscientes, de manera tal, que puedan vencer hasta las resistencias más estoicas. Nunca antes estos mecanismos científicos han podido tener mejor laboratorio, para probar su éxito, como el que les ofrece la política chilena. Un resultado auspicioso para la elite burguesa de nuestro país, que le permite a cabalidad ejercer su dominio sobre la totalidad de la sociedad chilena y, lo que es peor, al parecer sin que haya visos de la más mínima resistencia de parte de ésta.

En un artículo anterior, de mi autoría (“Democracia con mayúscula”), señalaba, que cuando el sistema imperante y sus epígonos, proclaman la libertad y ejercicio democrático, esto es, sufragio universal, elecciones libres, libertad de palabra, de prensa y de pensamiento, todo ello no son más que bellas palabras para ocultar y enmascarar una realidad distinta. Más aún, cuando nuestras constituciones parten del supuesto de la soberanía popular, ésta no es más que una de las grandes abstracciones. Porque, ¿de qué poder popular se puede estar hablando cuando el pueblo sólo es convocado a votar en las elecciones, pero en la práctica no administra la riqueza social ni participa de un modo directo y decisivo en la gestión y administración de los asuntos públicos y la economía?

Sin duda, -continúo en mi reflexión-, la democracia, en su actual modalidad y fase, contiene todos los elementos para dar curso al ejercicio de la manipulación. Manipulación no tomado como un término del todo cerrado, sino más bien como un concepto asociado a la idea de que la ambigüedad en lo humano, como realidad ontológica que lleva sobre sí el hombre, es volcado en favor de tal o cual proyecto, o tal o cual acción, sin que el sujeto se de cuenta de ello. Por tal, una decisión que aparenta ser libre, no es sino la expresión de condicionamientos inducidos que actúan desde el lado de afuera hacia los subconscientes hasta terminar por minar las resistencias más estoicas. Sin embargo, reconocer la manipulación contraría la conciencia de la adultez y, por tanto, tal posibilidad, aunque sea un dato de la realidad tiende a ser negado, fundamentalmente, por aquellos mismos que son manipulados.

Gramsci, en sus notas referidas al carácter de la opinión pública señalaba que, cuando el Estado quiere iniciar una acción impopular o poco democrática, empieza a ambientar una opinión pública que sea adocilada a tales propósitos. Sirviéndose de los aparatos ideológicos del Estado es capaz de crear una sola fuerza que modele la opinión de la gente y, por tanto, la voluntad política nacional, convirtiendo a los discrepantes en “un polvillo individual e inorgánico.” Esto quiere decir que la adhesión “espontánea” de las masas a los propósitos y fines del sistema, no implica una adhesión racional y consciente, sino más bien el resultado de un proceso compulsivo y manipulador capaz de dejar en total estado acrítico a los que recepcionan el mensaje.

Mucha gente no sabe, o no se da cuenta que, entre elección y elección, la clase burguesa chilena en el poder, controla bien su tiempo para darse mañas para aprobar y promulgar, a su más entero arbitrio aquellas leyes que les son necesarias para consolidar la institucionalidad que le sirve a sus intereses. Así ha ocurrido desde los comienzos del gobierno de la Concertación, cuando entre cuatro paredes, un grupo no más de 8 o 10 connotados, parapetados en el llamado “Comité de Inversiones Extranjeras”, acordó la desnacionalización del cobre, pasando así a traicionar la voluntad del pueblo de Chile, que bajo el gobierno de Salvador Allende había logrado concitar el consenso unánime de toda la sociedad chilena para nacionalizar la riqueza del cobre. Años después esta seguidilla ha continuado con una serie de decisiones políticas y gubernamentales que contrarían la voluntad de la inmensa mayoría del pueblo chileno, léanse, la privatización de los servicios públicos esenciales (agua, luz y teléfonos), la ley de Pesca, el Auge, la “reforma previsional”, la LGE y tantas otras leyes que han continuado ampliando los privilegios de la gran burguesía criolla y extranjera. De este modo, la disputa electoral, sólo sirve para reacomodar, cada cuatro años, los ajustes de poder dentro de la elite burguesa, y mantener así los necesarios equilibrios entre ellos en el control de las estructuras del Estado capitalista.

A la burguesía, le es natural definir los alcances de sus proyectos mediante el “sufragio universal” para consagrar “democráticamente” los intereses de los opulentos por sobre los intereses de los más pobres. Es en este orden que para el discurso oficial y mediático, democracia y elecciones se entienden como sinónimos. Usando este perverso mecanismo, la burguesía desde el nacimiento de la República, nos ha hecho creer que el gran ejercicio de la política lo realiza la “ciudadanía” a través del acto “cívico” de votar, que otorga el “derecho” de elegir cada cierto tiempo a “representantes populares. Si a este mito, agregamos, una buena dosis de ignorancia y de superstición, o en el mejor de los casos, despreocupación, el cuadro queda completo para estructurar por varios años una sociedad, cuyo entramado cultural se sostenga en la ingenua credulidad popular, que se acostumbra aceptar como verdad millones de frases populistas y demagógicas, que constituirán los nuevos paradigmas ideológicos de la dominación burguesa.

Tenemos pues, que las elecciones dentro de las condiciones políticas actuales, no sólo constituye, como bien lo dice un artículo de Reinaldo Troncoso (Las elecciones una gran máquina de alienación social), ”un mecanismo que simula la voluntad política de las mayorías, sino que además, configura la mascarada práctica de la demagogia y del voluntarismo burgués, para hacer pasar su sistema como una gran estructura participativa que de modo “efectivo” y “real” entrega el mando político soberano a los “ciudadanos”. En la democracia burguesa la participación y el control político “ciudadano”, no son otra cosa que un remedo, que busca de manera falsa ocultar el verdadero carácter y la naturaleza antipopular del Estado capitalista”.

En este estado de situación, en las condiciones actuales de segregación, y exclusión política en que nos encontramos, cobra actualidad aquella advertencia que hiciera Lenin en su época: “Decidir una vez cada cierto número de años que miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el parlamento: he aquí la verdadera esencia del parlamentarismo burgués.”.

Pareciera ser que Lenin, hubiera estado lanzando esta advertencia mirando visionariamente la realidad política chilena que estamos viviendo hoy. Sí, porque en Chile hoy, ir a votar el día de las elecciones, no tan sólo significa ir a cumplir con algo que se ha convertido en un mero ritual, sino también, votar por aquellos que serán los responsables de mantenernos jodidos por el resto de nuestros días… ¿Podrá haber mayor alienación que esto?. Evidentemente que no, porque como bien lo señalaba, Enrique Astorga Lira, al completar la cruz en el voto, el elector no ha hecho otra cosa que dar curso a su propia crucifixión.

De lo hasta ahora dicho, queda claro, que, más allá de la interpretación de sus cifras, en las recientes elecciones, una vez más, ha perdido el pueblo de Chile en su conjunto, aquel pueblo que ingenuamente se ilusiona de elección en elección, creyéndose el cuento que cruzando una raya sobre el voto, está ejerciendo soberanía y cabal ejercicio de sus derechos, en una sociedad que supone democrática. Si nos detenemos en esta imagen, queda en evidencia una incomprensible y tortuosa relación entre el que vota y la clase política que se beneficia con su voto. Así, en los hechos, el acto de votar, en las condiciones nuestras, se reduce a una especie de relación “paranoica” o, si se quiere, “esquizofrénica”, entre el elector que vota y el que se beneficia con su voto. Como bien lo ha señalado Enrique Astorga, cuando el votante traza una raya vertical para cruzar su voto, es el momento en que realiza el acto de su propia crucifixión.

Este curioso acto de crucifixión, ha venido a ser explicado de distintos modos, a través de distintas épocas, por la ciencia política, la psicología, la sociología y hasta por la filosofía. Nietzsche, por ejemplo, en su particular lenguaje aforístico, nos presenta la imagen de esta relación, señalándola entre el “señor y el moderno esclavo”, éste último aherrojado y sometido dócilmente a la “mediocridad del número”. Otras veces hace referencia al “espíritu de rebaño”, a la “masa”, al “populacho”, al “borrego”, entre otras tantas de sus particulares denominaciones.

A su vez, mucho más atrás, en el siglo XVI, Etienne de La Boétie, jurista y filósofo francés, ya no en lenguaje metafórico como Nietzsche, sino en forma más directa, señalaba la relación entre el gobernante y quienes lo habían elegido como una tortuosa relación entre el súbdito y el tirano. Hay que hacer presente que De La Boetié hacía una extensión más representativa respecto de lo que considera un tirano. Señalaba tres modalidades de tiranía: aquellos que se toman el poder por la fuerza, aquellos que lo heredan, y los que son elegidos por los ciudadanos. El origen del poder era irrelevante para De La Boetié. Si un hombre gobernaba justamente era legítimo; si lo hacía de mala manera, era un tirano, cualquiera sea la modalidad en que haya accedido al poder. Particular atención prestó a la relación entre estos últimos, señalando que los gobernantes elegidos por el pueblo, prontamente devienen en tiranos. .

A De La Boétie le interesaba particularmente la psicología de los gobernantes elegidos, debido a que parecía que un gobernante cuyo poder provenía del pueblo debía ser “más soportable” que el de los otros.

¿Por qué los individuos gustosamente consienten su propia esclavitud? Para De La Boétie, la obediencia colectiva de la sociedad se origina en “un vicio para el cual ningún término puede ser hallado lo suficientemente ruin, de cuya naturaleza en sí misma se reniega y al que nuestras lenguas se rehúsan a mencionar.” La Boétie denominaba a este vicio monstruoso la “servidumbre voluntaria.”

Es increíble, decía Boetié, “cuan pronto el pueblo se vuelve súbdito, como de forma tan súbita cae en un descuido tan completo de su libertad que la misma difícilmente pueda ser reavivada al punto de volverla a obtener, obedeciendo tan fácil y tan voluntariamente que uno es llevado a afirmar, al percibir dicha situación, que este pueblo en verdad no ha perdido su libertad sino que se ha ganado su esclavitud”, termina su reflexión De Boetié.

Estas imágenes crudas y fuertes, no hacen más que develar lo que subyace en el fondo de nuestros actuales sistemas electorales. Hay muchos otros filósofos e intelectuales, de las más distintas disciplinas y especialidades, que se han dedicado a investigar y estudiar el fondo de esta enfermiza y paranoica relación entre gobernante y pueblo. Los filósofos griegos no estuvieron ajenos a este afán. Si hasta Platón, en algunos de sus escritos se refirió más o menos en los mismos términos, antes de aterrizar en su famosa “República”, como ideal utópico de convivencia en una sociedad.

En este estado de situación, hay que afirmar en forma clara, firme y contundente, que bajo el sistema capitalista es imposible que pueda haber democracia. Es más, el capitalismo, por su esencia depredadora, es contrario a la democracia. Cualquiera cosa que quiera decirse en contrario, es puro cuento, pura poesía, y nada más que eso.

Ahora bien, dada la poca representatividad de la democracia actual, es cada vez más ingenuo pensar que, vía elecciones, los trabajadores, los jóvenes, la clase media, y pobladores pobres de nuestro país, lograremos los cambios que requerimos para mejorar en algo nuestras precarias condiciones de vida, en tanto subsista el corsé político-institucional cuyos mayores sostenedores han sido, son, y lo seguirán siendo, el duopolio político Alianza-Concertación

En este orden, entonces, hay que cuestionarse seriamente, si en las actuales condiciones políticas de un régimen institucional, con un sistema de elecciones totalmente antidemocrático, vale la pena seguir participando en los circos electorales que avalan esta gran farsa. Y no es que yo me oponga a un proceso de elecciones, por el contrario lo estimo de utilidad, siempre y cuando subsistan los requisitos mínimos necesarios para que el respectivo sistema de votaciones se inscriba dentro de un proceso que sea democrático y realmente representativo de la auténtica voluntad del pueblo, condiciones éstas que, en mi opinión, de ningún modo se cumplen en nuestro país, al contrario, transformado en un claro aherrojamiento de dicha voluntad.

¿Quiero decir con esto que si por la vía electoral no hay salida para el callejón sin salida en que nos encontramos, tenemos que asaltar el poder mediante la lucha armada?... Por cierto que no. No porque sea una vía con la cual no simpatice, sino porque las condiciones actuales no son propicias e impiden en los hechos así hacerlo, Como se dice en la jerga política revolucionaria, no están maduras las condiciones para dar ese paso adelante.

Entonces…¡Que hacer para salir de este callejón sin salida?. En mi opinión, sólo existen dos posibilidades políticas a la mano:

1.- Ser capaces de formar una autentica fuerza de izquierda, que sea lo más amplia y unitaria posible, opuesta decididamente al modelo neoliberal, con un programa de acción que contemple las aspiraciones básicas-mínimas propias de un gobierno verdaderamente democrático y popular. Este proyecto básico-mínimo, entre otros, debe considerar lo siguiente:

Convocatoria a una Asamblea Constituyente

Renacionalización de las riquezas del cobre

Nacionalización de los servicios públicos esenciales, entre otros, agua, luz, gas y teléfonos.

Reforma Tributaria, con carga distributiva de acuerdo a las mayores o menores utilidades.

Reforma Previsional, de la Salud, y la Educación, con una mayor participación activa del Estado..

Exención del impuesto del IVA, para pan, leche, libros y remedios genéricos del formulario nacional.

2.- En caso, no se dieran los presupuestos políticos de unión de toda la izquierda, aglutinados en torno a un proyecto inequívocamente popular y democrático, todos los referentes políticos y movimientos sociales, que se muestran decididamente contrarios al actual estado de cosas, no les quedará más camino, en la próxima farsa electoral, que anular su voto.

Claro está, voto nulo pero dándole un sentido. Esto quiere decir que los próximos votos nulos, no deben quedar reducidos a la inutilidad de una expresión puramente inorgánica individual, remitida a la íntima conciencia de su pura individualidad. Una voz que salga con todas sus fuerzas hacia afuera, un gritar que se sienta. Una voz que no se pierda en el viento, sino capaz de horadar, de penetrar infinidad de conciencias. Miles de voces antes silenciosas, ahora convertidas en un inmenso ruido como el estallido de una dinamita. Hacer carne, en cada uno de nosotros, de aquella potente imagen nietzscheana “Yo no soy un hombre, soy dinamita” (Ecce Homo)

Para estos propósitos ya existe una base. Mal que mal, el 12,33% de votos nulos y blancos, en la reciente elección, no es una cifra menor, más sobre todo, cuando sobrepasa a lo que sacó el Podemos, y también mayor a lo que sacó el PRSD, o el PPD y el P.S, y muy cerca de lo que sacó la D.C.

Con un trabajo político bien hecho, sobre todo, orientado, fundamentalmente a captar y, mejor aún, encantar a ese gran universo de voluntades, de varios millones de los que no votan, puede llegar a constituirse en una fuerza activa inesperada, como por ejemplo, llegar a constituirse en la expresión de una voluntad que, medida en números, puede ponerse a la cabeza, como mayor fuerza, sobrepasando de lejos al partido mejor votado.

De ahí, para adelante, de darse estos presupuestos, nos encontraríamos a un paso de deslegitimar de facto, sin violencia, en forma activa y pacífica, los resultados electorales próximos. Hacer del voto nulo una nueva acción política que tenga un claro sentido. Votos que no se pierdan, que no queden vacíos de contenido. Hacer que la voz silenciosa encerrada en cada voto nulo, se haga ruidosa, entrar a una nueva guerra, usar una nueva artillería, pero sin humos. Una acción que irrumpa como algo nuevo, con un alto significado político, algo así como “una no violencia activa”, a lo Ghandi, pero no sentándose en avenidas y calles, sino que con el voto nulo, la propia arma de la burguesía pero ahora, vuelta en contra de ella misma.

Sólo de ese modo, el voto, tendría sentido para esa ingente porción de voluntades que nos encontramos disconformes con el actual estado de cosas. Es mi simple opinión, con la que pretendo interpretar a otros tantos; cuantos más, mucho mejor.

Esta sería, creo yo, una novedosa e interesante tarea política, cuya proyección puede ser pura dinamita, en una sociedad que bien merece y necesita ser dinamitada, para sacarla de su marasmo.

Si no se pudieran dar ninguna de estos dos opciones, en las próximas elecciones, quiere decir, que este país, ya no tiene vuelta, y mejor sería irse cada uno para su casa, sin chistar… ¿Para qué?...Ya no tendría ningún sentido.

www.hernanmontecinos.com

Una página para mantenerse informado de las materias más relevantes dentro del campo de las humanidades. De utilidad para ensayistas e investigadores, académicos, estudiantes universitarios y de la enseñanza media, estudios de licenciaturas, doctorados, etc.

miércoles, noviembre 05, 2008

Exposición de Betania Álvarez, en Valparaíso

“Deshabitar la labor”

Expositora: Betania Alvarez

Lugar de exposición: Santo Domingo Nº2, Barrio La Matriz, Valparaíso, Chile 

Betania Alvarez, estudiante de Licenciatura en Arte de la Universidad de Playa Ancha, invita a visitar la muestra fotográfica que se inaugurará el día 14 de Noviembre y permanecerá abierta hasta el día 21 de noviembre del 2008.

“Deshabitar la labor”, serie de 6 fotografías que serán expuestas en una casa deshabitada emplazada en el Barrio La Matriz, corresponden al seguimiento de 4 mujeres, que se encuentran en refugios totales y que tienen distintos hábitos para capear la rutina, de la que muchas veces, estamos insertos, con o sin querer.

La presencia de luz y color unificador para cada una de ellas, permite que se recreen distintos escenarios, confortables o no, para el espectador y una mirada femenina, como signo absoluto del recogimiento que podemos necesitar a diario. 
 

Fecha y Horario: Desde el 14 de Noviembre hasta el 21 de Noviembre.

Lunes a Viernes de 11:00 hrs a 18:00 hrs

Mail de contacto: betania.alvarez@hotmail.com

Teléfono de contacto: 8-464-74-66

Entrada gratuita 



En “Deshabitar la labor”, Betania Álvarez escenifica la labor del operator, es decir, el fotógrafo cuya condición de voyerista la transfiere al espectador en una operación de cita en que invierte el acontecimiento de la película de Hitchcock “La ventana indiscreta”. Si en ésta el personaje fotógrafo-voyer lo hace captando la rutina desde su ventana hacia el exterior de los otros domicilios, Álvarez se ocupa de espacios interiores. En algunos de los clisés se reitera como telón de fondo la persiana cerrada, filtrando la luz. Las mujeres de las imágenes son captadas en actividades cotidianas en las que se abre un margen al deseo.

También “Deshabitar la labor” funciona por contigüidad en atención a que temporalmente Betania Álvarez se toma una casa desocupada para hacer habitar las mujeres de sus tomas fotográficas. Otra cita me recuerda el cuento de Cortázar “La casa tomada”, con el símil de la fotografía respecto de la desaparición.

El modo como trabaja Álvarez, es desde el inconsciente de la pintura en la figura del modelo como la composición y su cromatismo, de ahí el “Deshabitar la labor”, es decir, la procesualidad de la fotografía.

(Alberto Madrid)



martes, noviembre 04, 2008

VISIÓN DEL OFICIANTE

a Juan Pablo Pereira

Es el ocaso: las fachadas cierran su color

empequeñece su sombra. Lumbre

en los ojos del oficiante: despiertas

la visión atroz y el verbo imposible. Es que

desde la humedad de la pared, se dibuja

la imagen de sí mismo como si un cristal

opaco, quebrado, agónico. Es su sombría

mística, que cae como un lodo

de pequeñas piedras afiladas, una lluvia

sucia y absurda en plano horizontal

sobre la mirada absorta, la muda voz.

Ha empezado, dice para sí, ha

empezado, y cuenta ya las horas antes

que éstas pasen -los ojos fijos

en el soñado fantasma del sol. Piensa a veces

que lo han elegido, pero sabe que en esta

mística no hay nada sino aire viciado,

nubes negras de las que ni tormenta

sale. Hace tiempo que no duda y sólo

se recoge, se desploma, se funde

con el vapor. Llegará el día y será de nuevo

aquel que limpia el suelo tras la fiesta,

el que contra la fachada, en la mañana,

da su sombra como quien la diaria limosna. Mientras

tanto, la voz sin palabras, penumbra. Sospecha –a

veces- que hay un dios, inerte, pudriéndose, empalado

tras el adobe de los muros.

 

domingo, noviembre 02, 2008