lunes, diciembre 05, 2022

Una luz necesaria sobre Carlos de Rokha

Más allá de las mitologías y hábitos de imitación de nuestros ámbitos latinoamericanos, nunca dejaron de aparecer los aquejados por esa paradójica bendición que invocaba en el poema de este título Baudelaire en Les fleurs du mal: una maldición que es como un signo de reconocimiento de aquel que practica la poesía en su forma más genuina dentro de la modernidad, esto es, una forma que se define a sí misma tan solo de cara a esa modernidad burguesa como su opuesto. Llámese poeta maldito (desde la caracterización de Verlaine) o poeta vidente, a este ser elegido por su desajuste con el mundo, le corresponde en compensación ver e intentar realizar el registro imposible de un mundo más allá o más acá de este. Al lector consciente le es inevitable reconocer esta señal de desborde de lo real que vemos, en pos de algo que se presenta como una posibilidad más esencial de lo real, una realidad superior por el solo hecho de ser la más imposible.



Yo estoy armado hasta los dientes de razones.

Mi propia voluntad me convertirá en las amables cenizas de un cadáver futuro.

Es necesario arrojar al mar nuestros esqueletos.

El mar abre su boca limpia su abismo.

Su abismo muestra las más terribles visiones.

Entre sus mágicos carbones ya nada he de temer.


Debo seguir de puerta en puerta hasta la eternidad.

La más remota eternidad es la más bella.


(Fragmento de Salmo al prófugo, del libro El orden visible, publicado parcialmente en 1956, p. 39 de la Antología)



Si hay algo que no requirió Carlos de Rokha (Valparaíso, 1920 – Santiago, 1962) para esa bendición fue la duda sobre sus orígenes que está implícita en el poema de Baudelaire: es el hijo mayor del matrimonio formado por Carlos Díaz Loyola, más conocido por su seudónimo Pablo de Rokha, uno de los más eminentes poetas chilenos del siglo XX (y junto con Vicente Huidobro, uno de los indiscutibles fundadores de la vanguardia poética en Chile), y de Luisa Anabalón Sanderson, escritora de poesía y teatro de perdurable recuerdo en la literatura chilena bajo el seudónimo de Winétt de Rokha. No obstante las poderosas personalidades de sus progenitores, especialmente la del “volcánico” Pablo, la poesía de Carlos de Rokha no es en absoluto imitación de sus escrituras. Sin poder desprenderse del todo de sus influencias, su poesía es quizás filial en relación con ellas en un sentido más profundo: ante el espíritu fundacional y comprometido políticamente de las últimas, él será un ejemplo, y podríamos decir más, el paradigma del momento surrealista en la poesía chilena. Ya que incorporar a la poética las visiones inefables, buscar el punto sintético entre lo que existe y lo que se presenta como pura posibilidad, le resulta mucho más natural que al resto del movimiento surrealista chileno, que se establece en su forma tradicional de “secta” cerrada, con sus dinámicas y órgano periódico oficial: la Mandrágora. Carlos nunca será parte integral de la Mandrágora, aunque haya publicado en las páginas de su revista y la posteridad le acredite como el ejemplo más lúcido de la investigación poética que está en el corazón de la doctrina surrealista: precisamente quizás por ser más leal a su propio trayecto logra ser una de las figuras fundamentales y genuinas de este “aire de época”, que en él es carácter propio, y asumido hasta en los menores detalles de su vida. En palabras de su padre: Te mató, entonces, la superabundancia emocional, no apolínea, furiosamente dionisíaca, y el deslumbramiento inmortal del arte.



Oda


¡Oh mar oh tiempo obscuro

de mi sangre!

Estoy desnudo frente a tu corola

de ráfaga impaciente. Oh tiempo

en azules columnas sostenido:

cielo del mar, devuélveme

el tallo de la angustia, la paloma

del aire, su silencio

de isla detenida.


(Del libro Memorial y llaves, editado póstumamente en 1964, p. 111 de la Antología)



En la biografía del poeta visionario, de manera inevitable y trágica, se reproduce el drama del arte poética ante una modernidad ansiosa por progreso material y con deseos de expansión en contraste con cualquier intimidad. Vemos aparecer la rebelde intimidad de la poesía moderna, en su pasmo radical, en el espejo de las crisis mentales de Carlos, que le visitarían reiteradamente desde los 17 años hasta el mismo año de su muerte; el compromiso político sin cálculos que le cuesta ser condenado a una relegación; el desplazamiento a través del territorio chileno, argentino y uruguayo sin establecerse ni “sentar cabeza” en parte alguna; y de manera muy significativa, el relativo reconocimiento póstumo a su última obra, la más acabada y original, publicada en los libros Memorial y llaves, de 1964, y sobre todo Pavana del gallo y el arlequín, publicada en 1967. Su obra llevará el sello de una trayectoria “fallida”, tanto en lo vital como en la construcción de una “carrera literaria”, y constituirá uno de los miembros de un “coro secreto” de poetas chilenos mal difundidos para el público lector en general, pero leídos con admiración por generación tras generación de escritores -por ejemplo Gustavo Ossorio, Omar Cáceres, Rosamel del Valle, y un muy largo etcétera- en viejas ediciones fotocopiadas que con suerte pudieron llegar a las plataformas digitales. Es casi como si el carácter “secreto” de la poética de Carlos de Rokha le llevara inevitablemente a una transmisión personal entre los fieles, como si fuese una doctrina mística, oscura y concebida para pocos.



V


Un volantín de hierba asciende a las estrellas

El tren vuelve de nuevo a pasar sobre el puente

Y los ríos se llenan de una música ebria

El color de las hojas se torna tornasol

Y lloran las abejas en sus jaulas de hilo

Se demoran los gatos en la siesta de estío

Ahora esta la tarde son los gallos de enero

Que juegan a los dados su roja eternidad

Ahora ya la tarde son diez gallos no más

Que bailan sobre un fuego en vértice tenaz

Los gallos degollados multiplican la esfera

Los gallos, ¡ah!, gallos su terrible coral.


(De Cuadro de verano, de Pavana del gallo y el arlequín, p. 147 de la Antología)



La Editorial UV, de la Universidad de Valparaíso (ciudad natal del poeta) ha publicado una Antología amplia de Carlos de Rokha en junio de este año 2022. Esta resulta ser la publicación más completa que se haya publicado alguna vez de su obra, incluyendo varios poemas inéditos que formarían parte del amplio proyecto El orden visible (del cual solo una primera parte había aparecido en vida del autor, en 1956 por Editorial Multitud), otros poemas dispersos en revistas y archivos, y abundante material gráfico. Complementan la obra un prólogo y una cronología, realizados por Cristián Jofré; y tres epílogos que comentan sobre la vida y obra del poeta escritos por cuatro figuras fundamentales de la escritura poética y crítica en la literatura chilena: su padre Pablo de Rokha, su cuñado Mahfúd Massís, y sus amigos, los poetas y críticos Enrique Lihn y Teófilo Cid. En conjunto, un libro que echa una necesaria luz sobre una obra que no debía quedar en tinieblas.

 

Una traición leal a la memoria: PREGUNTAS AL SUR DE FANTASÍA, de Wenuan Escalona

Estamos en medio de una densa, forzada convocatoria a los “ejércitos del arte” hacia el laberinto de las identidades, en la renovada guerra de posición post-proceso constituyente. El imperativo de estar “al lado correcto de la historia” se ha impuesto especialmente a cierta área de la escritura nacional que desea situarse al Sur, dada la presencia geográfica tanto de una cultura prehispánica viva y en un proceso incesante de desarrollo cultural, como de una naturaleza menos intervenida y en que aún se encuentran especies endémicas. La mirada desde cierta institucionalidad cultural hace el enlace fácil entre poesía y naturaleza, conceptos que saben atraer a su órbita a la autenticidad, la pureza y lo “originario”.

Para cualquier viejo habitante de estas estancias literarias, no se revela como obvia tan solo la capacidad operativa de lo anterior dentro del ámbito de la administración cultural, sino que también la cuidadosa y casi coordinada puesta en escena de este posicionamiento táctico de la cultura. Y por ello corresponde recuperar y explicar el valor de la posición que asume Wenuán Escalona (Temuco, 1977) en su último libro, Preguntas al Sur de Fantasía (Concepción: delarchivo, 2021), al plantearse desde condiciones de autonomía en que la conciencia creadora intenta ponerse a la altura de los desafíos de la época.

Uno de estos desafíos es, sin duda, saber desarrollar una forma enriquecida y actualizada de memoria histórica, superando una visión de la identidad que tan solo pueda ser eficaz en la táctica contingente. Por cierto, esto implica asumir el paso problemático de ver a la tradición y lo mítico como entes en construcción permanente, lo que no puede sino forzar a comprender a la(s) literatura(s) -la propia y la de otros- como posible(s) creadora(s) de mitos nuevos. En un salto inaudito, Escalona ha elegido como eje constructivo de Preguntas... a la novela fantástica Die unendliche Geschichte (1979) del escritor alemán Michael Ende.

Esta elección no tiene nada de azarosa, desde el momento en que el libro aparece signado por la figura y biografía real del autor. Preguntas... es, en su aspecto más obvio, un homenaje al mundo fantástico creado por Ende, registrando como voces centrales del poemario a una serie de personajes del libro. Resulta inevitable constatar la marca biográfica del fenómeno de masas que constituyeron, tanto el libro como la película realizada en 1984 por Wolfgang Petersen, sobre Escalona, lo que sugiere en primera instancia una huella emocional, pero yendo más profundamente, la presencia del mundo imaginado por Ende funciona acá a un nivel más profundo y orgánico. El hablante de Preguntas... se ve obligado a encarar una realidad en que el orden de la memoria y, por tanto, la propia identidad, están en juego, tal como Bastian, el personaje central de la narración de Ende. Esta realidad se da a través de un desdoblamiento fantástico, la aparición de un mundo al que el personaje central es arrastrado, y que al tiempo que le permite una libertad de movimiento y exploración, se revela como un horizonte en que se ve forzado a tomar decisiones que ponen en riesgo extremo la construcción de la propia identidad.

La identidad en riesgo (la apuesta en juego en este mundo desdoblado) trasciende a la personal, revelándose progresivamente que se refiere a la identidad de persona/escritor mapuche y militante del hablante/autor del libro. Desde los mismos títulos de cada sección del libro, saltan las preguntas:

MEMORIA / INCERTIDUMBRE

¿cuál es la voluntad de tu palabra?


MEMORIA / NODRIZA

¿no reconoces a tus crías fuera de la lengua

y la tierra?


MEMORIA / SEXO

¿animal doméstico?


MEMORIA / MÁSCARA

¿podrán ver mi rostro

cuando escriba este poema?


MEMORIA / NIÑA

¿cuál es la pregunta que te salvará de La Nada?


El reconocimiento mutuo de sí mismo y de lo(s) otro(s), fundamentado en la posibilidad de una memoria colectiva, se hacen entonces los motores de la escritura. No obstante, este reconocimiento impone al hablante/autor buscar una vía distinta a la reconciliación plena con lo ancestral, al evitar el salto de fe abstracto que le uniría idealmente a un mundo que ya se le revela quebrado, un mundo sin mito fundante, incapaz de proveer un sentido universalmente válido. El necesario movimiento de abstracción de sí mismo, difícil, gradual, se da hacia una memoria personal que debe integrar una experiencia de vida e imaginación activa que tiene a la multiplicidad y a la voluntad personal de creación como caracteres esenciales:


Que si uno imagina una sola forma siempre

se cae en la estupidez y en la mentira (con uno y con el resto).

Por ello [Wenuan] se puso a jugar con la greda del tiempo, muy niño

y sentimos que con ella nos hizo patas, colas y alas.

Mientras nos modelaba, repetía cosas como:

Serán los aventureros de este mundo quebrado.

Nunca deben quedar inmóviles.

Otros serán sus nombres. Cambiar es necesario

para que guarden al misterio.

Y cuando ya estuvimos hechos

nos dejó en libertad en este libro de gente seria

en estas calles al Sur de Fantasía

para que hablemos con el niño

que estás olvidando ser.


(p. 26)


Vale decir, no se trata acá de rescatar una memoria ancestral, sino de imaginarla, ficcionalizarla incluso (dado su habitar el Sur de Fantasía), y esto engendra el doble juego, reflejo del personaje de Bastian: inscribirse a sí mismo en la historia -como heredero de lo pasado, tanto como ancestro de lo que viene; ser eslabón de la cadena de existencia, así como personaje de la narración- obliga a caer bajo el poder de un régimen de abstracciones, en que al tiempo de tratar de hacerse cargo de la propia vida y de la escritura, se pasa a perder el control sobre ellas y a asumir una deriva bajo su poder. Esta contradicción entre deseo (personal, íntimo, voluntario) y el llamado de una memoria potencialmente colectiva (en cuanto inscripción dentro de una comunidad, algo que está más allá de la propia voluntad: el propio origen y su posible mandato), genera una poética paradojalmente situada, forzada a estar permanentemente alerta para elaborar su lugar, fijar constructivamente desde dónde habla, construir sobre lo abstracto una posibilidad de existencia plena para el discurso propio, elaborado desde la propia experiencia, reflejo de una posible existencia plena (histórica, situada, consciente y hasta militante) de quien lo enuncia.

Esta integración de aspectos disímiles, genera un imaginario que sabe expresar su carácter múltiple. Escalona tensiona la escena de su texto, al pasar desde el paisaje y la convivencia con lo natural, en que expresa una compleja codificación emocional, hasta la trivialidad de la convivencia entre poetas o los ritos domésticos urbanos. La poderosa musicalidad, la entonación del verso, produce que el esperable contraste entre estos elementos de su imaginario, no se deje escuchar. Así, en la experiencia lectora, esta conciliación de imágenes disímiles es vivida más que racionalizada, como si se identificase de inmediato el punto de partida de la mirada, lo que puede ofrecer sentido a la composición, dar cuenta de la situación de escritura a partir de la melopea.

Como resultado, Escalona no puede sino llevar la provocación de su texto al límite. La sección MEMORIA / MÁSCARA emprende el asalto frontal contra cualquier reconciliación plena y no dialéctica, que se proponga como identitaria:


Para traicionar tu máscara, escribe


Te cansó la palabra territorio. Te agotó la palabra ciudad.

El terruño es insufrible, no lo digas.

No más comarcas, no más provincias, no más frontera,

ni el siútico far west, sin antes abordar tu decadencia

y confrontarlos con estos años, con la materia,

la comodidad del auto, el puesto de trabajo, la casa de dos pisos

y el césped que cada tarde riegas.

(...)

Y tu fastidio contra el mundo persiste

pero tu fastidio persiste aun más agudo contra ti

que también eres un mundo

No, memoria, ahora no.

(...)

Pero en nombre propio, Wenuan.

Habla en nombre propio.


(p. 63)


Significativamente, al fin de los fragmentos de esta sección en la página 64 y 65, se repetirá el verso final Tú, compañero. Tú, mapuche. Tú, poeta, como acentuando la capacidad convocante de las identidades más simples de enunciar -y por lo mismo, más asimilables dentro del campo cultural de nuestro país. Esta no asimilación es la sola condición de una real voluntad propia en la escritura que abarque estas determinantes sobre la propia identidad como impulsos creativos y no convocatorias sordas; y solo desde ahí, Escalona puede al fin, responder a la provocación de la historia con su propia provocación, una que se dirige al corazón de su propia actividad como militante, mapuche y creador:


Ay, arte indígena

te han dado la responsabilidad de la resistencia

y al girar en esa órbita, te has vuelto monótono, predecible.

(...)

Corre, arte indígena

huye de lo espurio y abreva en la sorpresa

para seguir andando. Si no hay deslumbramiento

nos pudriremos en la certeza, en la madurez.

Hay una máscara sobre tu memoria, Wenuan,

pero escribe en nombre propio para traicionarte,

para traicionarlas. Ve con tus preguntas al

Sur de Fantasía.


(p. 70)


La traición a la tradición parece ser la única forma de volver a esta viva y actuante, deslumbrante.

Me parece interesante leer Preguntas... en el marco de la reflexión sobre una Suralidad, concepto utilizado como una herramienta bastante útil de lectura a partir del trabajo de la poeta y antropóloga Claudia Arellano Hermosilla y el poeta Clemente Riedemann desde hace ya casi una decena de años. El libro de Escalona puede entenderse, desde el mismo título, como una crítica activa al corazón de las determinaciones de la Suralidad, una crítica que las pone en tensión para probar, precisamente, su adaptabilidad a contextos de vida y escritura en plena metamorfosis, y especialmente en lo que se refiere a autores de raíz mapuche, cuyo lugar y situación en el campo literario nacional ya trasciende con mucho una zona geográfica específica: una violencia necesaria sobre el concepto para que sea menos fiel a sí mismo, y más leal a horizontes de creación y pensamiento que no paran de ampliarse.