BALADA DEL ENFERMO
In memoriam Gonzalo Millán
y Antonio Avaria
n’était-il pas poète...
Immortel comme un autre?...
Corbière
No sale bien la voz en estos
días. Menos se puede cantar
-se hace el ridículo, el aire
no puede alcanzar ni el más modesto
registro de tango; a lo más el
ayayay. ¿Se podrá hacer poemas?
La enfermedad –sea el nombre que tenga-
es un tema magnífico, pero cuesta
concentrarse bien. Todo el dolor,
la impaciencia, el tedio del mundo
recorre el cuerpo debilitado como si
una onda eléctrica: se puede hasta llorar
con un viejo bossa de Nico Fidenco, o
saltar de alegría con la ligera torpeza
de Dean Martín. ¿Cómo, entonces, escribir
lo que se llama un poema, trascendente,
el pleno despliegue de procedimientos
retóricos, los versos depurados y medidos,
cuando el mundo no deja en paz a nadie?
Militares, gripe, SIDA, y aquélla,
la impronunciable, todo se sube al tren
para que la mano tiemble, la gente
caiga dormida de pie como caballos, y de cada
tres versos uno quede en el limbo
del Leteo. La obra final es un registro inútil
e incompleto. Di, repite conmigo: eso no es
lo que yo quería decir. El más grande
de los críticos, imperturbable y negro
termina con la trampa de la literatura:
tinta china volcada sobre el papel
más frágil de todos. Para el enfermo
lo que el enfermo se merece: la muda
reseña de piedra, la indestructible
metaliteratura del día después.
In memoriam Gonzalo Millán
y Antonio Avaria
n’était-il pas poète...
Immortel comme un autre?...
Corbière
No sale bien la voz en estos
días. Menos se puede cantar
-se hace el ridículo, el aire
no puede alcanzar ni el más modesto
registro de tango; a lo más el
ayayay. ¿Se podrá hacer poemas?
La enfermedad –sea el nombre que tenga-
es un tema magnífico, pero cuesta
concentrarse bien. Todo el dolor,
la impaciencia, el tedio del mundo
recorre el cuerpo debilitado como si
una onda eléctrica: se puede hasta llorar
con un viejo bossa de Nico Fidenco, o
saltar de alegría con la ligera torpeza
de Dean Martín. ¿Cómo, entonces, escribir
lo que se llama un poema, trascendente,
el pleno despliegue de procedimientos
retóricos, los versos depurados y medidos,
cuando el mundo no deja en paz a nadie?
Militares, gripe, SIDA, y aquélla,
la impronunciable, todo se sube al tren
para que la mano tiemble, la gente
caiga dormida de pie como caballos, y de cada
tres versos uno quede en el limbo
del Leteo. La obra final es un registro inútil
e incompleto. Di, repite conmigo: eso no es
lo que yo quería decir. El más grande
de los críticos, imperturbable y negro
termina con la trampa de la literatura:
tinta china volcada sobre el papel
más frágil de todos. Para el enfermo
lo que el enfermo se merece: la muda
reseña de piedra, la indestructible
metaliteratura del día después.