jueves, diciembre 21, 2023

Una historia que es cuerpo: MATER-NACIÓN de Fanny Campos

 

En nuestra época, ya sabemos, no existen las apabullantes “Verdades” de antes, a lo más nos quedan certezas. Si correspondiese calificar estas, habría dos tipos de estas: una individual –yo escribo ahora, muevo las manos, los dedos: mi cuerpo– y una colectiva, que es la más compleja, que : es lo que se llama “sentido común”. Así, lo político en nuestros días atañe directamente a construir esa segunda certeza, la colectiva: plantar lo cierto de un grupo en el seno de ese sentido común, tarea que cuando no funciona es cumplida por la prensa o los grupos políticos organizados en partidos legales, tienen que ocuparse el espacio público y todos los medios que estén a disposición. Esto se puede resumir en que la verdad de nuestras sociedades se construye en la lucha, la vox populi debe dar su batalla para convertirse en esa que el proverbio en otros tiempos-lamentablemente no tan lejanos- llamaba vox dei, que dictaba el comportamiento del Eestado y la construcción de la vida cotidiana.

Reflexiono en principio sobre esto porque resulta inicial para comprender la profunda validez, la certeza radical detrás de Mater-Nación (Jaén, España: Universidad Popular de Jaén, 2022), desde el momento que Fanny Campos señala dos octubres como fechas que dan el marco a su escritura: la experiencia de la maternidad del año 2011 y el octubre de 2019, dos grados distintos de experiencias de certeza, uno personal y el otro colectivo.

Al pasar al conjunto de poemas en cuanto tal, desde el título de la primera sección, “A tomar las calles”, se hace natural comprender Mater-nación como un libro de arengas, esto es, de llamados a la acción. Pero acaso ya las notas al pie nos presentan una diferencia, no podemos arengar al mismo tiempo que leemos estos textos informativos y de historia, que requieren otra concentración, otra voz casi. Sería fácil considerarlos un para-texto destinado a presentar el contexto chileno a un lector extranjero, si bien su densidad y su extensión los hacen incómodos en la página, la “afean”, fuerzan al lector a cambiar el ángulo de la vista para leer la fuente tipo 8. Y bien, me parece que no son un simple para-texto, sino un ingrediente esencial, ya que si pienso en un carácter orgánico de Mater-nación me muestra un libro que no pertenece a un género específico. Me atrevo a plantear la idea de género menor, de Deleuze y Guattari: escrituras que desde su misma intencionalidad formal en cuanto literatura expresan su resistencia. Acabo comprendiendo que este libro no desea encasillarse en la poesía de combate (llamado que se supone expresamente dirigido a la emoción), en una exposición ilustrativa sobre la violencia y marginación sobre la mujer chilena y su capacidad de reacción anti-institucional (que implica un acto de información, que llama a la conciencia histórica de su lector) o en una desgarradora poesía vivencial con fuerte imaginario subjetivo (que implica todas las limitaciones de lectura que se suponen de un escrito propiamente poético). Mater-nación acoge todas esas posibilidades de lectura y les da un lugar en su organismo.

Todo acá empieza centrándose en la dimensión del cuerpo, que es la certeza más propia y radical, un cuerpo femenino que es administrado por un poder patriarcal, y que es aquel que es llamado a moverse hacia la calle, a generar un cuerpo colectivo que sepa encontrar su propia agencia. Esto es, precisamente aquello que puede enlazar la certeza propia con la certeza colectiva; lo que es capaz de emparentar la primera de las arengas (“Saldremos a tomarnos las calles, Gabriela”) con el poema siguiente:


Útero alado

Todo en mí es un pájaro

Anne Sexton


Un útero pájaro

a veces enferma

otras   vuela


Nunca se enjaula.


(p. 20)


Así, hasta en el tono más lírico y subjetivo, es el cuerpo el que ocupa la preeminencia, como si el cuerpo en la página –y precisamente sus “partes privadas”, útero, vagina, pezones, etc.– saltara allí a la superficie visible como los cuerpos al espacio público de la reivindicación y la protesta. Se trata de una poética que da la espalda a la pretensión de pulcritud, a un logos sin la inevitable fluctuación biológica de la menstruación y la preñez, a la aspiración de abstraerse de su sustrato físico. Podríamos decir incluso que el arte poética, el texto que mejor entrega el programa del libro podría ser “Pura sangre”:


Nunca pezón destrozado.

Siempre ondeando

dos anárquicas banderas


Las tetas intactas al viento

y el útero     en huelga.


(p. 24)


Las banderas son el cuerpo mismo, ejerciendo de símbolos de sí mismos, sin querer ser mediados por un discurso, aquello que en términos estrictos podemos llamar la ideología, en el sentido de Marx, como construcción del mundo hecha sobre la falsa conciencia de los grupos dominantes. Así la violencia sobre el cuerpo de las mujeres no es matizada ni suavizada, sino entregada en toda su crudeza, como si el embellecimiento estético del verso y el tono poético pudiera ser, por su lado, una posible justificación de los hechos (como si el sacrificio de la víctima terminara justificado por la belleza de la creación artística). Para que el lector comprenda esa violencia tiene que sentirla también en el tono y en la elección de la palabra gruesa, que en este caso es la palabra justa, la que debe ir allí para dar la medida del dolor y el horror. Esta palabra no es ni “originaria” ni está en la punta de la lengua; requiere una toma de conciencia sobre la historicidad de las palabras y el contexto en que se ubican. Esto es lo que se expresa bien en el poema “Trenzas”:


“Hasta una perra es mejor” que nosotras, nos dicen


y es cierto, porque toda hembra de cualquier otra especie

no sabe lo difícil que es cargar con el peso de las palabras


“mujer” “madre”


(p. 36)


Decía que el punto de partida cronológico de la escritura del libro es la experiencia de la maternidad, y que esto es el punto de partida de la certeza propia, corporal, del hecho de la preñez y el parto. Es particularmente notorio que Fanny derrumba la expectativa ingenua que nos sugeriría que el hecho “natural” de la maternidad cambiaría el tono del libro hacia una suerte de reconciliación armoniosa. Sí, existe una reconciliación, una que se da con el propio cuerpo y con lo femenino colectivo, con la potencia creadora bajo un signo de mujer (un “Dios hembra que ha parido al mundo”). No obstante, no se da con una absoluta “naturalidad”. Fanny muestra la conciencia de la maternidad como un proceso no exento de dudas, temores y dolor, que también es de algún modo administrable por un poder ajeno y violento:


Lo que viene ahora

no es una sacerdotisa loba

ni una machi ni otra madre

ni tu abuela mitad leona


sino un médico

a medirte clasificarte

numerarte envasarte

y pedirme que puje

por última vez


ahí está tu placenta

cómetela como las fieras

bromea el carnicero bufón

de bata aséptica


(pp. 31-32)


Esa archiconocida noción de la maternidad, que sostiene aún la visión de la familia como base de la sociedad, es entonces otro espacio en que las luchas se hace necesaria, una lucha interna contra las nociones aprendidas y una externa, llevada hacia el espacio público, social y político. La maternidad resulta tan central y radical como proyecto de construcción, que resulta ineludible asumir la libertad de su ejercicio –que supone el control pleno de la mujer sobre su cuerpo–, el derecho a la interrupción del embarazo, y. Ya que esta potencia maternal debe desbordar los límites impuestos por una sociedad neocapitalista, en que se hace “natural” que sea la mujer a la que le toque un rol central en el cuidado de la naturaleza, de la madre tierra. Pongo estas comillas sobre “natural” para que no se crea que estos son roles eternos y puramente instintivos, Fanny asume en las secciones dedicadas a esta construcción de resistencia social una perspectiva histórica ineludible: es la historia, una historia de marginación y falsa conciencia patriarcal, la que ha preparado el momento central que cierra el libro, el alzamiento colectivo que no teme entregar su aspecto político: se trata de hacer ver el conflicto entre la madre-patria y la madre Tierra, que busca su sustento en concepciones del mundo enraizadas con los pueblos precolombinos que han sido expoliados y marginados, reconociendo en los sujetos explotadores y dirigentes el carácter patriarcal que sabe animar fácilmente desde el derecho establecido por los estados nacionales criollos a la ausencia de derechos practicada por la dictadura, desde la violencia simbólica de las iglesias y la Ley que levanta estatuas a militares genocidas hasta la violencia real y represiva ejercida contra el pueblo movilizado. Así, la vox dei, sustentada en la noción de un dios único-padre, debe dar paso a una voz autoconsciente que descubra en sí misma tanto la raíz de la construcción del andamiaje jurídico e institucional de la sociedad toda, como las formas de vivir que la animen.

Cabe destacar que el cuerpo colectivo femenino a cargo de esta tarea, no es solo la confluencia física en el espacio público. Fanny nos presenta una serie de mujeres creadoras e intelectuales: víctimas, testigos y jueces de una historia en que el predominio ideológico y artístico también tiene el sello del patriarcado. Este cuerpo no es simplemente producción orgánica natural, sino que construcción histórica consciente.   

La tonalidad de la arenga funciona de modo implacable: ante la presencia del horror, esta poética opone sin cesar la esperanza cierta en la victoria:


Que se desangre pronto

esta Pater Patria Patriarcal

en la menstruación matria


Que engendremos

en su próxima ovulación

la futura Autonomía


esta vez sin violencia


en un genuino acto

de amor por la vida.


(p. 63)


Debo asumir que tenía ciertas dudas al emplear la palabra lector, así no más, en el masculino; sin embargo, asumí que esto debía ser así considerando mi propia condición masculina. Me explico: si bien uno de los valores esenciales de Mater-nación es la arenga dirigida hacia las mujeres ya no en pos de, ya no solo en pos de su “emancipación”, sino una toma de conciencia política integral, puedo ver que este libro tiene además un valor pedagógico esencial para nosotros. Una poética como la de Fanny sabe aproximarse a hacernos sentir la condición femenina y ponernos en ese lugar de riesgo vital que ha significado para la mujer esa historia en que nosotros nos hemos sentido a menudo tan cómodos. Construir un futuro juntes, implica un grado de comprensión y conciencia histórica que va mucho más allá de la famosa “deconstrucción” de la masculinidad, y en ese umbral hacia una nueva conciencia que sepa hacerse cargo de una crisis terminal de nuestra civilización y sus supuestos naturalizados, libros como Mater-nación son manuales imprescindibles. Esperemos que su edición en Chile sea pronta, que harto que necesitamos escuchar estas arengas en nuestras calles, en todas las calles, más seguido.

Expolibros, Quillota, Octubre de 2023



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