Se ha hecho costumbre, como un signo
de los tiempos sobre el oficio narrativo, encontrarse con escrituras
sobrecargadas de efectos extraídos sin coladera desde la post-cultura audiovisual,
ansiosas de dejar en el olvido el carácter más propio de lo narrativo: el
rescate de la experiencia en su sentido propio. Por ello, un libro como El
tema es complicado (Valparaíso: Narrativa Punto Aparte, 2013) de Juan José
Podestá (Tocopilla, 1979) merece particular atención desde el instante en que
salta a la vista una perspectiva que ninguna moda apocalíptica podría borrar
del horizonte literario, y en sus variaciones más desafiantes: el registro de
historias personales ubicadas en el margen del mercado de sensibilidades que al
fin de cuentas constituye el campo narrativo de nuestro país, sea por lo mínimo
de la anécdota o por la especial conformación de la experiencia cultural en la
provincia chilena.
La escritura de Podestá aspira y
acostumbra lograr una capacidad técnica que cada vez se ve menos: la
determinación precisa de los hechos, que saben definirse ante el lector a
través de una acotada economía de recursos. En esto, es imposible no observar
la influencia bien digerida de la narrativa breve de Hemingway, que incide
también en el realismo estricto que impera en la mayor parte del volumen, sin
aplicar procedimientos de exceso: una historia que podría haber seguido un
fácil desarrollo en tono gore, como “De hambre”, se hace, en cambio, un
relato bastante más profundo y preñado de sugerencias a través de un narrador
que sabe enfriar la descripción. Asimismo, la técnica de omisión como
procedimiento recurrente llega a tener reales aciertos -pienso en “Esperando a
Loreto”-, si bien parece ser algo paralizante en otros relatos, como en “Fade
Out”.
Tanto los procedimientos como los
temas parecen remitir a la presencia permanente de la pérdida. Ésta se da por
lo general, en relación a una situación cálida y reconocida que se ha dejado
atrás, constituyendo a los relatos en registros axiales del paso hacia una
angustia trascendente, sutilmente perfilada. Relatos como “A propósito de
Helena” y “Tocopilla” adquieren una gran potencia en este sentido, ya
que Podestá sabe cómo no “vestir” al hecho con el afán de impactar
superficialmente al lector con su expresión externa.
Lo dicho
anteriormente se refiere a la mayor parte del libro, en que dejo, de algún
modo, fuera de la lectura los relatos que “enmarcan” el volumen como primero y
último: “Declaración de rechazo” y “El tema es complicado”. Más allá de las
virtudes de ambos -de un extremo humor negro y un tono paródico sumamente
provocativo-, parecen corresponder a otro volumen, que les haría ganar una
densidad que en este contexto pierden sin remedio. La calidad narrativa de
Podestá parece tener dos áreas de juego bien desarrolladas, y un libro volcado
enteramente a este tono provocador sería un aporte sumamente interesante en una
dirección que nunca ha sido muy común en nuestro campo narrativo.
Con todo, El tema es
complicado resulta sumamente interesante en la plenitud del entendimiento
de la noción del relato, en un momento de crisis de éste, en que resulta fácil
confundirlo con la crónica periodística o la tesis de crítica cultural. Algo de
esto se relaciona con la situación de desplazamiento geográfico perceptible
tras esta escritura: cuando en Década el narrador recorre la distancia
desde el Centro del país hasta el espacio inhóspito que guarda en la memoria,
termina encontrando en esa realidad desplazada que marca su origen lo que está antes
de lo que se escribe. La cercanía y distancia asumidas de esa verdad con
un cuento de Borges, y la extrema intensidad del pacto narrativo que supone
asumir el relato de Podestá como el inverso de un artificio, dan la
medida de una excepcional y auténtica conciencia narrativa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario