martes, diciembre 11, 2007

Acerca de la irresponsabilidad verbal: carta pública a Marcelo Mellado

¿Sería tomado como ironía que yo empezara esta crónica diciendo: “Que Mellado haga sus maletas. Muerte a Marcelo Mellado”? De seguro, no. Eso sólo se le permite a usted. En mí, un escritor que ahora vive en Santiago, pero que fui de aquellos que usted desea muertos, tales frases serían tomadas como “ataque fascista”. Yo estaría asimilado a una suerte de “poderes fácticos” que esperan el momento para poder atacarlo, precisamente porque usted es un outsider, precisamente porque “tiene cojones”...

Así que en algo escrito para todo el país, y de esa forma, eso es lo que espero, cojones. Más encima, Mellado, usted viene de un puerto, en que la realidad tiene, usted sabe, cierto exceso, y las palabras pesan como plomo. Cojones, Mellado, una palabra que corresponde con algo más de belleza –algo que a mí, por lo menos, me interesa-, a la palabra responsabilidad. Y eso, Mellado, extrañamente, es algo que no encuentro ni en su mínima expresión en su lamentable performance. Y digo: su lamentable performance, porque intentar centrarse en el tema de la funa en su contra es una estrategia, consciente y planificada (y en esto permítame ser yo el paranoico) por usted y otros más. El querer llamar a debate, cuando su texto no tiene intención de debate, sino de insulto, es una forma de cubrirlo y dejarlo libre de la responsabilidad de lo dicho.

Por ejemplo, ¿qué le pasa a usted con los poetas, Mellado? Porque no tiene el coraje civil de nombrar a aquellos que realmente usted desea atacar: los organizadores de la lectura en el Bar La Playa. ¿No se atreve, Mellado? Yo le nombro a Mateo Saavedra. Yo le nombro a Darío Prieto. ¿Por qué no los nombra usted? ¿Por qué a todos los poetas de Valparaíso les debe caer el anatema particular que usted definitivamente puede arreglar de la manera más contundente –la justicia- o más de puerto –porque usted también ha vivido en un puerto, no me va a decir que no me entiende? ¿No será que usted odia la poesía a tal nivel que se felicita en ofender a todo el gremio de una ciudad, sin conocer nada de él?

Me explico, Mellado. Es difícil conocer la poesía de Valparaíso. Yo me he pasado algo así como siete u ocho años intentando que se difunda –tarea que en la etapa de publicación antológica (hasta ahora en revistas) llega, por mi parte, a su final en enero del 2008 con La Orilla Inquieta, que reúne la obra de 36 poetas de Valparaíso y entorno (el entorno natural del Gran Valparaíso, claro). Me parece a mí –y esto es absolutamente personal- que la poesía de Valparaíso ha sido, en los últimos 15 años, la expresión más poderosa que ha emergido desde cualquier provincia chilena, tomando en cuenta la absoluta excepción que es la Región Metropolitana (y busco que con la antología esto le parezca también a otra gente). Y es, en general, una obra mal conocida, por los vicios de la provincia que usted conoce: la dificultad para organizarse, la exasperante falta de medios, la absoluta primacía de la vida sobre la literatura. Es mi trabajo que sea vista, y usted lo sabe, porque usted sabe de esta antología.

¿Y sin embargo, a cuántos tuve que escuchar durante años y años insultando a la poesía de Valparaíso? La diferencia es que siempre se hizo en privado. Usted hace un ataque público a todo un gremio, y detrás de usted, vendrá Daniel Hidalgo y, seguro, detrás de usted, Álvaro Bisama, y así. El trabajo de difusión de la literatura de Valparaíso va a ser indigno. Esta irresponsable violencia verbal suya ha hecho un daño mucho mayor que el que se pueda hacer a esa falacia ridícula del patrimonio y a ese mezquino interés de los propietarios de pubs.

Porque vamos sumando irresponsabilidades. Usted ha puesto en perspectiva un posible choque entre los poetas de San Antonio y los de Valparaíso –y en perspectiva próxima. Me complazco en ser amigo y tener cierta admiración por el sacrificadísimo trabajo que se ha hecho en San Antonio, por la calidad artística y humana de los autores que conocí allá. ¿Qué pasará ahora cuando los poetas de San Antonio se vean obligados a apoyarlo contra los poetas de Valparaíso? ¿Qué pasará cuando algunos debamos elegir de qué lado nos ponemos en esta querella absurda sobre un robo que le hicieron a usted a la salida de un bar? ¿Se da cuenta, Mellado, lo que es posible prever? Condena al aislamiento, en forma absolutamente irresponsable, no a uno, sino que a dos entornos poéticos que son naturalmente correspondientes por vivencias y carencias. ¿No será, Mellado, y le repito, que lo que usted odia es la poesía?

¿Pero estoy hablando con una persona de puerto? No me puedo equivocar, Mellado, y es una de las cosas que siempre he respetado profundamente de su narrativa: la capacidad de mostrar una suerte de miseria humana exacerbada, apuntando al corazón de los males de este país: una suerte de desidia con respecto al entorno, una suerte de desplazarse inerte hacia la nada. Así que debo pensar: el señor Mellado escribió todo esto para provocar, generar un efecto catalizador, mover voluntades... Debo entender que éste es el entorno literario en que usted supone que pasan las cosas importantes y se problematiza cosas realmente serias. Un territorio hostil, violento y enajenado. Enfurecido. En que la literatura se divorcia de los medios de comunicación (mire, esto sí que usted está ad portas de producir en términos absolutos), en que la polémica baja y personalizada respira por todos los poros, en que los medios alternativos pasan a oficializarse y ser funcionales al poder rápidamente. Le aseguro que ya hubo un grupo de gente que lo intentó. Justo cuando una Editorial, de carácter exasperantemente violento, de baja calidad moral e intelectual y con una terrible vocación de matonaje se disolvió, sin lograr hacer de Valparaíso la tierra de nadie violenta que quería, llega usted, y en menos que canta un gallo consigue solo lo que ese grupo cerrado y organizado de odiadores profesionales no consiguieron en años. Felicitaciones. Eso demuestra cierta capacidad, una perversa y oscura capacidad.

Pero, ¿estoy hablando con una persona de puerto? Pase que lleve un notebook a la zona más peligrosa de la ciudad –y me creerá si pienso que la irresponsabilidad parte por ahí, precisamente, por pensar que a usted no le iban a robar, o bien que alguien lo iba a cuidar. Pero pase. Pero suponer, como a todas luces supuso, que la publicación le iba a resultar gratuita, eso, Mellado, me parece absolutamente insólito. Usted sabía que algún descalabro iba a haber antes de la dichosa actividad de las revistas culturales: ¿quiso usted ponerse como la vedette de ese debate o es sólo irresponsabilidad? –me parece que lo que no esperó fue la funa. Y marcó con su nombre una actividad en la que usted era sólo un participante más. Y ahora la gente que debiera sentirse agraviada por haber despertado usted una violencia inaudita en pleno intercambio ciudadano, lo defiende. Insólita y (permítame la paranoia) sospechosamente bienpensante y concertada defensa en su ataque abierto a la literatura de Valparaíso.

La irresponsabilidad tiene un límite, Mellado. Le aseguro que hay gente mucho más seria en literatura, más contundente, que vivió en los años duros, que no creo que tenga la idea de debatir con usted, ni hacerle actos simbólicos. Yo no me preocuparía de la gente que hizo la funa: me preocuparía de esa otra gente, que no vio en su artículo ningún tipo de invitación al debate, que no actúa en colectivo. Gente que bebió de la escuela de los 70 -Juan Luis Martínez, Mellado, ¿sabe qué haría Martínez en una situación como ésta?-, y de la resistencia cultural contra la Dictadura. Cuando pensé en ellos, Mellado, le aseguro, su irresponsabilidad se me antojó más que peligrosa, suicida.

En fin, estoy hablando con una persona que vivió y vive en puertos. Creo que usted sabe el peso de las palabras. Creo que usted sabe las consecuencias. Es lamentable, Mellado, que otros deban pagar por lo que usted dice, que la ciudad de Valparaíso tenga que pagar estos cincuenta grados de violencia que usted le ha provocado. Si cae violencia en su contra, no es sino la que usted generó. La palabra tiene peso. Y usted no es más importante que la poesía en Valparaíso.

Carlos Henrickson


Postdata, 12 de Diciembre

La poesía de Valparaíso no saldrá publicada en Ciudad Invisible. Qué pena. Es más que evidente que consideran su persona, Mellado, más importante que la poesía de los mismos lugares que pisan.

¿Y por qué este apasionamiento por defenderlo, Mellado? ¿De adónde sale este profundo orgullo en la ignorancia total con respecto a la actividad poética de Valparaíso, mostrado en todo su esplendor por el redactor del comunicado de prensa del...? (me olvidaba: la estupidez vanidosa de esos lacayitos con los que usted trabaja llega al punto de no poner fecha a un comunicado de prensa).

A ver, señor Mellado. Como ya le dije, me extraña profundamente que lo defiendan con tanta pasión... Como un escenario en el cual se prepara de antemano una víctima para ser inmolada y después exaltada (como el Reichstag, ¿no?). Por eso no sé aún por qué sigo hablando con tanto respeto, cuando la palabra respeto ha estado desde el principio fuera del "debate" (¿?). Con su invocación de la muerte, el respeto estuvo de más desde el principio, hecho absolutamente confirmado ahora por el ladrido de quiltro de sus siervos seudoperiodísticos.

A Gombrowicz le sonaba bien ese tono contra-poetas (cfr. Contra los Poetas, Ed. Sequitur, 2006; y también acusaba de nazi a todo el mundo que osara criticarlo...). En usted suena mal y sucio –las copias siempre suenan tan degradadas... Y en la redacción imbécil e infantil del comunicado de Ciudad Invisible suena abiertamente nazi. No me extraña. El lamentable personalismo que dispara histéricamente a la bandada cuando le hacen un asalto como el que le hacen a miles de personas en todos los días y en todos lados, culpando a un gremio de eso, y reclamando su eliminación, no puede ser más absolutamente reminiscente al nazismo. Típico, en todo caso, de todos esos lamentables hidalgos provincianos, ya con la derrota pintada en la cara, sedientos de llegar a tener una pequeña cuota de poder, mientras se revuelven en el insulto y la mugre que depositan en el mismo suelo que les da de comer.

Usted, Mellado, tiene prensa en Santiago para todo el país, y en Valparaíso su equipo de lacayos –en lo que usted ha transformado Ciudad Invisible. Puede pedirle a sus amigos de todo Chile que solidaricen con el pobrecito de usted –solo, abandonado y pobre, usufructuando del Zócalo del Consejo de la Cultura y de The Clinic... ¿Quién es el nazi acá, Mellado? ¿Quién abusa de su poder, mientras dice que no lo tiene? (acuérdese de Hitler el 36, el 37, todo ese escándalo por Versalles...). ¿Quién empezó el insulto?

Ante los años de florecimiento exultante e incesante, contradictorio y firme de la literatura porteña, Ciudad Invisible es un accidente, un guijarro en la ruta por donde pasará el carro de la belleza (¿qué le parece ese tono poético, Mellado? Y puedo ser más empalagoso, más modernista, más poeta aún). Y usted, Mellado, para qué seguir hablando de usted. Aún la poesía de Valparaíso es más grande que usted.

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