jueves, noviembre 16, 2006

DISQUISICIÓN SOCIOECONÓMICA

A Jaime Luis Huenún

Y eso que dicen que las empresas
no tienen alma, que los Estados
son peso muerto. Todo aquello que nos
oprime tiene un alma, es cuerpo
lo que no usan. Se despliegan aéreas y
bursátiles, las corporaciones, las lecheras,
las forestales, sin ocupar, cual hadas negras,
el espacio extendido: el problema, por supuesto,
es otro. El caso es que nosotros ocupamos
espacio. Estorbamos mañosamente
con este cuerpo torpe y esta ropa
de segunda mano a la libre concurrencia
del capital, al tránsito del mundo.
Ni siquiera un perro en la cancha de fútbol
sería más intempestivo. Usted y su gente,
yo y los míos, todos hacemos bulto, y la poesía,
¡ay la poesía!, también ocupa un lugar
en la persistente vibración del aire.
Así, si tenemos problemas, no es
nuestra culpa. Tampoco de las liberadas
y espléndidas fuerzas productivas.
La responsabilidad habrá que dársela
al gesto primario e insolente del coito
que nos trajo a estas tres dimensiones del mundo.
Ésa es la negación de toda alma: puro
cuerpo, el más rojo abuso del espacio. Así
que la piedra en la mano, la patada
-quizá rifles y barricadas cuando las cosas
se pongan bravas- deben ser gestos gratuitos
y bellos. No hay razón para la protesta; tan sólo
exigir el contrato de arriendo por este metro
de oxígeno, y no tener ni la más mínima,
ni la sombra de la intención de pagar.
Esas hadas negras son objetos sutiles.
Qué van ellas a saber de dinero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Peor, grandilocuente sin Pound.
Muy malo, pésimo.