martes, noviembre 14, 2006

LOS CASTIGADOS

Era la vieja sala de clases, ¿no? O parecía. Lo único era que desde la ventana, la distancia se hacía extrañamente larga, infinita se diría –y eso tan sólo para que ese tipo alto que yo no conocía mirara hacia allá incesantemente. Dando vueltas la cabeza, podías ver a los otros dos. M., sin siquiera disimular los casi espasmódicos tragos que arrancaba de la petaca de ron barato, y Ch., con los ojos fijos hacia el pupitre, sombrío y silencioso.

Claro, ¿qué hago yo aquí? Aunque el tipo en la ventana no era de mis conocidos –una cifra incógnita, claro-, podía sacar algún tipo de ecuación explicativa. M. y Ch. eran dos amigos de infancia que habían tenido en común una relación de amor, o algo así, con C., y he aquí que llega ella, como si no quisiera darme el gusto de resolver ecuaciones. Haría cualquier cosa porque dejaras de beber, le dijo a M. mas no volver contigo; y a Ch., hay otras, hay un mundo; esto no es nada, un sueño. Al tipo en la ventana: Soy un ave libre. A mí, nada: ni siquiera me miró. Salió por la puerta estragada del tercer piso del colegio, con el gesto de quien no va a volver nunca.

Como el silencio era aterrador, intenté yo un breve discurso: ya se acercaba el crepúsculo y habría sido bueno salir a caminar o festejar algo al azar. No lo saben, amigos, ni usted, pero antes de que ustedes fijaran en ella la vista, yo ya estaba en sus redes. Creo que ya me estoy liberando, pero no ha sido fácil. 18 años de los 32 que tengo..., y ahí me percato que el idioma que hablo es inentendible. Hace frío, digo, y recién ahí es de nuevo castellano. M. engancha con el comentario de manera dudosamente coherente y con el deslumbre delirante del amor: Sí, mira. Es un ángel que quiere huir hacia el sol, apuntando a una polilla que quiere traspasar el sucio vidrio. Claro, le respondo yo, es mi ángel de la guarda, y me puse a reír tan, tan fuerte que los otros en la sala me miraban espantados y yo estuve a punto de despertar.

No recuerdo bien lo que siguió. Sólo que hacía más frío, y de esa pieza no se podía salir.

No hay comentarios.: