En torno a la más bella de la ciudad,
el mundo entero oscurece: la brumosa
figura de los danzantes se precipita
como un abismo que a sí mismo
se encuentra, hediendo a humo y al
sudor y la pena infinita de los condenados.
Mas el anguloso dibujo de su rostro
no reconoce el extravío mecánico
del tiempo, los sólidos seres en su rueda
final. Este salón de baile sería igual
a sí mismo –todos los días, todas
las horas, la tediosa bailanta se repite:
mas hoy otra es la noche que lo cubre.
La noche que no es. Cumple esta sombra
su destino final sin obedecer el debido
paso: verse ciega y precipitada hacia su propia
negrura. Sólo ella, hermosa, es la Noche
-la que se incendia, permanece y es-; ella,
el Día que no sabe de horas. El tiempo
no responde al idioma de sus labios finos,
los ojos fascinados. Ahora, esta mañana,
le he pedido al mundo la embriaguez
del exceso: su concreto afán de plásticos
y losa. Y sobrio y sin reposo me ha obligado
a tenerla delante. Aparecerse así, claro,
es un daño. Un golpe de trueno. Y a mí mismo
me cargo en las espaldas -así ni siquiera
se puede dormir, ni siquiera la banalidad
del deber o la estúpida alegría de los danzantes,
ni siquiera, ni siquiera la letra, dibujito
deforme.
3 comentarios:
felicidades y gracias por la invitaciòn al lanzamiento. Buena forma de empezar el año. Que será del cerdo, por cierto.
qué letras, qué palabras, qué imágenes, qué noche...
qUE BUENOS ESCRITOS!
SALUDOS LIBERTARIOS , EMPATIA Y CREACION!
NATALIA
Publicar un comentario